miércoles, 30 de diciembre de 2015

Despidiendo al 2015



No hay marcha atrás: 2015 se marcha para no volver jamás. Como es costumbre, llega la hora de hacer balance, rememorar momentos y soltar el típico discursito emotivo agradeciendo el cariño a los amigos y lo bien que te lo han hecho pasar. Pero yo no os puedo engañar. Mi 2015 no ha sido malo y, de hecho, estaba acabando bastante bien profesionalmente hablando. Se me presentan nuevos retos, tengo familia y amigos que me quieren y muchos sueños en la cabeza. Visto así, parece que he caído en el discurso cursi, ¿no? Puede ser, no voy  negarlo, pero lo que quiero decir es que, a veces, la vida decide cambiar de rumbo sin avisarte. La vida, esa que te permite seguir existiendo y que te da alegrías, puede arrancarte el alma en cuanto le plazca. Y a mí me ha arrancado un trocito de mí al llevarse a mi abuela. Hacía ya algún tiempo que no vivía las navidades con la misma ilusión de cuando era niña, pero esta pérdida me ha dejado definitivamente un regusto muy amargo. Jamás miraré a la Navidad con los mismos ojos.

La vida sigue y no espera. Los que pierden siempre son los que se van, aunque los que nos quedemos sigamos sufriendo. Pero, al fin y al cabo, continuamos con nuestra rutina, acudimos al trabajo, hacemos planes con nuestros amigos, seguimos viendo la televisión, nos hacemos fotografías y nos reímos de tonterías. Sería hipócrita y absurdo no hacerlo. Aunque todo sea dicho, te sientes incompleto y algo roto, y sabes que nunca podrás repararte del todo.

No tengo propósitos para el nuevo año. No quiero hacer más promesas que incumplir. Esta vez, quiero fijarme metas y llegar a ellas con acciones. Esta vez, quiero cambiar las palabras por hechos. Por supuesto que os deseo salud, amor y dinero, pero también me gustaría tomarme la libertad de daros un consejo: no dejéis para mañana lo que podáis hacer hoy. Y no me refiero a estudiar para un examen o planchar la ropa, sino pequeños detalles como decir 'te quiero' a alguien que te importa, hacer una llamada o tener un detalle bonito. Hacedlo, porque puede que llegue el día en el que esa persona no esté. Y os aseguro que entonces será demasiado tarde.


                               

domingo, 29 de noviembre de 2015

'Life', la continuidad de James Dean


"No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino"


James Dean desconocía que su destino era morir en la carretera y convertirse en un icono cultural para las generaciones venideras. Lo que sí sabía era que la vida es corta y no merece la pena desperdiciar el tiempo intentando ser alguien que no eres en realidad. Esta naturalidad, sumada a una carisma innata, hicieron del malogrado actor un mito. Sin embargo, no estuvo solo. El famoso fotógrafo de estrellas hollywoodienses, Dennis Stock, contribuyó en gran medida a su éxito. Quiso hacer algo más que observarle desde la distancia, en alfombras rojas o tras las cámaras del rodaje de sus películas. Se acercó a él y se esforzó por mirar más allá de su carácter irascible y su mirada atormentada. Y es que, bajo una aparentemente imperturbable coraza de rebeldía, Dean escondía una sensibilidad desbordante y un corazón puro que Dennis logró plasmar en sus fotografías.



                                   Life (2015)

Esta corta pero intensa relación entre James y Dennis ha sido bellamente representada en la película Life (2015) de Anton Corbijn. Bien es cierto que es una cinta, en principio, para un público reducido, aquel que ama a James Dean y se siente feliz cada vez que revive, aunque sea a través de los actores que le interpretan -Dane DeHaan, en este caso-. Con esto quiero decir que para los que no conocen mucho acerca de Dean y el cine de los 50, Life puede resultarles algo lenta y difusa. Es cierto que no se profundiza demasiado en la vida de Jimmy y que el espectador que desconozca los detalles de su tortuosa infancia y hasta de su fatal desenlace, se quedará con ganas de saber más. Para ello, recomiendo no solo ver las tres obras maestras de Dean -'Al este del Edén, 'Rebelde sin causa' y 'Gigante'-, sino también el biopic sobre el actor de Indiana, James Dean (2001), protagonizado por el genial James Franco.

James Dean (2001)

Disfrutad y... vivid.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Cómo sobrevivir en el gym


Ir al gimnasio tiene muchas ventajas: te sientes realizado, estrenas mallas y te dan una tarjeta chula que guardas en la cartera para aparentar ser sano y deportista. A simple vista, parece que no hay nada que pueda fallar, pero el gimnasio es todo un ecosistema en el que no es fácil sobrevivir. Estas son algunas de las razones que pueden causar tu extinción en el universo de las pesas y las clases de aeróbic:

1. Las máquinas
La película 'Yo, Robot' retrata muy bien la lucha entre humanos contra máquinas. Pero, si hay unas máquinas temibles, esas son las del gimnasio. Ellas son las que marcan el principio del fin. Incluso en tu primer día de gym pueden dejarte por los suelos. Con sus cientos de botones, más que los de una nave espacial, harán que pierdas la cabeza y hagas el ridículo a partes iguales. Tendrá que acercarse a ti un monitor para decirte, con expresión de vergüenza ajena, que para que se encienda la pantalla de tu bicicleta elíptica no tienes que pulsar todos los botones como un poseso en busca de una clave secreta. No, amigo, la única cosa que tienes qué hacer es... pedalear. Ah, e intentar no caerte de la cinta de correr, claro.


2. El juego del "Yo soy más fuerte"
Da igual si eres chico o chica: siempre intentarás de aparentar. Quieres fortalecer bícpes, tríceps y todos esos músculos que riman entre sí, por lo que decides hacer pesas. Empiezas suave, pero ves a tu alrededor como el resto de 'deportistas' levantan el triple de peso que tú y te miran con lástima. No quieres ser menos que ellos ni tampoco quedar mal delante del monitor -o monitora- guapo de turno, así que aumentas el peso. ¡Perfecto! Has conseguido impresionarles a todos, pero también una contractura en los hombros y el premio al idiota del año.

3. El ritmo se lleva en las venas (pero tú no)
Hay personas que tienen gracia, otros que lo intentan y después estás tú, que hasta Pikachu borracho baila mejor que tú. No sabéis lo frustrante que es llegar a clase de Zumba, ataviada con tus mejores galas deportivas y tu Ventolín para no asfixiarte, comenzar a bailar, intentando seguir los pasos del profesor, y acabar dándote cuenta de que hasta las ancianas de la última fila parecen salidas de un videoclip latino si se comparan contigo. En serio, no es fácil.


4. Antes muerta que sencilla
En el gimnasio aprenderás a odiar a algunos tipos de personas. Primero está el grupo de los repelentes, esos pesados que conciben el gym como un espacio para hacerse pasar por relaciones públicas, un lugar donde hablar y preguntas cosas absurdas a todos, además de pelotear a los monitores y tratar acaparar el protagonismo de sus clases. Odioso, ¿verdad? Pero aún más odiosas son esas personas que parecen salidas de un catálogo de Abercrombie. Sí, me refiero a esos chicos a los que sudar les sienta de maravilla y a esas chicas a las que no se les mueve un solo pelo de su coleta cuidadosamente peinada. En cambio, cuando acabas tu clase de spinning, te sientes como si acabaras de librar una batalla de la Segunda Guerra Mundial, con las rodillas doloridas y el pelo en tu cara que, por cierto, está sudorosa y más roja que la manzana de la portada de 'Crepúsculo'.

5. La piscina, ese mundo por descubrir
Pero no todo van a ser clases de aeróbic, bancos de pesas y profesores de pilates que te obligan a estirarte hasta que tu columna vertebral se parta en dos. La piscina y el spa forman también parte de este peligroso ecosistema y tú piensas que por fin podrás relajarte haciéndote unos largos a mariposa -más bien a estilo perrito- y relajándote bajo los chorros del balneario. Sin embargo, tu visita al mundo marino del gimnasio puede ser también terrorífica. Ya no es solo que habrá nadadores que te hagan sentir como una tortuga marina al pasar a tu lado invadiendo tu calle de la piscina ni que te sientas marginado en una sauna en la que todos entran acompañados para charlas al calor del vapor, sino que tienes que ponerte el gorro. Y a NADIE, ni siquiera a Beckham, le sienta bien un gorro de piscina. Y si además tiene la melena de Mufasa, como yo, prepárate para parecer un completo alien con tubérculos en tu cabeza al ponerte ese gorro de goma que con tanto cariño has comprado.
¿De verdad os imaginabais así?

Ahora ya sabes que no es fácil sobrevivir al gimnasio. Muchos han perecido en el intento y otros se conforman con hacerse fotos de postureo-runner. No obstante, si quieres, puedes. De verdad. Simplemente tienes que tener fuerza de voluntad, perder la vergüenza y sonreír a pesar de que sientas (otro) calambre en la pierna o de que hasta un palo hace mejor aeróbic que tú. ¡Ánimo!

lunes, 9 de noviembre de 2015

Sobre ir al cine solo



Te mueres por ver una película súper freaky y nadie te quiere acompañar al cine. Tus amigos te evitan, tu novio/a te pone excusas y hasta tu hermano pequeño no se deja comprar por una bolsón de gominolas. Te resignas a esperar a que la peli salga en DVD, Blu-Ray o esté disponible en Internet para así poder verla mientras meriendas un kilo y medio de helado de stracciatella y una bolsa tamaño familiar de patatas fritas con sal. Pero en el fondo sabes que nada será igual. No quieres esperar y no quieres verla desde el mísero sofá, sino que prefieres contemplar a tu actor favorito en una pantalla de cinco metros y con un equipo de sonido profesional. Amigo... has de asumir que deberás hacerlo solo.

   

Yo no había ido al cine sola jamás, pero hace unos días decidí probarlo por puro placer. Vale, tampoco sabía a quién podría arrastrar para ver los ritos satánicos de Regresión, pero de veras que me apetecía experimentarlo de una vez por todas. Tengo que decir que no fue una experiencia traumática y que esa noche pude dormir tranquila. De hecho, no descarto repetir el 'experimento' porque creo de verdad que acudir al cine solo tiene más ventajas de las que se cree.

El primer punto que destacaría es la libertad de organización. Puedes salir de casa a la hora que creas conveniente, sin sufrir las consecuencias de la falta de puntualidad de algunos de tus amigos. Por ejemplo, yo soy de las que les gusta entrar antes a la sala para escuchar unos minutos de la música que ponen (normalmente, canciones de Nek y de Anastacia) mientras me acomodo, reírme con los anuncios publicitarios (y del patito que se choca con el logo de Cinesa, todo hay que decirlo) y enterarme antes que nadie de los estrenos de otras películas gracias a los tráilers a todo volumen.

Una vez que estás sentado en tu butaca, puedes disfrutar de la experiencia mística de aspirar el aroma a palomitas que invade la estancia, cerrando los ojos y estirando las piernas sin necesidad de dar explicaciones a tu compañero ni de escuchar sus avisos del tipo "Eh, que empieza la peli, apaga el móvil". Creedme cuando os digo que SIEMPRE silencio el móvil y no necesito advertencias. Al menos, no desde que a los quince años viendo Hancock toda la sala se rió de mí cuando mi móvil interrumpió la emotiva escena final con la risa de Shin Chan.

Las luces se apagan y tú abres la bolsa de palomitas sin pudor. Estás solo y todos los nachos son para ti. Olvídate de la incomodidad de tener que mantener el brazo extendido para que tu compañero pueda coger patatas o chucherías. Tampoco le escucharás sorber la Coca-Cola ni masticar el regaliz. Solo estáis tú y tus palomitas.

        

La película comienza y estás solo, pero también libre. Sí, libre para reír sin necesidad de sentirte estúpido cuando tu amigo no se ríe contigo y libre para llorar sin temor. Porque los sensibles como yo sabréis que no hay nada más incómodo que tratar de contener las lágrimas, que hacen que los ojos te escuezan y la cara te arda del esfuerzo. Incluso podrás permitirte el lujo de emitir el 'suspirito' final del llanto. Sabéis a qué me refiero, ¿no?

Transcurren los minutos de metraje hasta que la película llega a su fin. Los créditos aparecen y tú puedes disfrutar de ellos sin un amigo insistente que empieza a recoger sus cosas antes de tiempo y te empuja para que os vayáis a pesar de que casi todos siguen en sus asientos. Tú estás solo y ves cómo las parejitas y los grupos de amigos se ven obligados a comentar la película, a determinar si es buena o mala sin ni siquiera haber tenido tiempo de digerirla. Solo tú dispones de la suerte de reflexionar sobre ella, de forjar una opinión en tu interior, de razonar por qué la película en cuestión te ha maravillado o te ha parecido la mayor chorrada nunca vista. Nadie te influencia y posees todo el poder.


domingo, 18 de octubre de 2015

Las 12 películas que más me han hecho llorar

Eres consciente de que tienes un problema cuando lloras hasta con los anuncios de muebles. Aun así, el cine no nos lo pone demasiado fácil a las personas sensibles y yo me considero ya una víctima emocional de algunas películas. En esta lista he recopilado 12 de ellas, aunque admito que me ha costado bastante trabajo decidir cuáles incluir porque he derramado lágrimas hasta con comedias americanas. Disfrutadlas y preparad pañuelos si no queréis acabar así.

                               


12. Remember me (2010)
A Tyler Roth (Robert Pattison) todo le sale mal: su hermano se suicida, sus padres se divorcian y a su dulce hermana pequeña le hacen bullying en la escuela. Sin embargo, su vida empieza a cambiar cuando conoce a una chica, Ally (Emilie de Ravin), de la que se enamora locamente. El final de la película y el contexto en el que sucede serán lo que os deje rotos, lo aviso.
                                  

11. El Mayordomo (2013)
Solamente por el genial reparto de esta película (desde Forest Whitaker y Robin Williams hasta Jane Fonda y el cantante Lenny Kravitz) ya merece la pena verla. Pero, además de ello, os indignaréis y emocionaréis a partes iguales al recorrer la historia de lucha contra el racismo en Estados Unidos. Son muchas las películas recientes que versan sobre la discriminación racial en tierras americanas como 12 años de esclavitud (2013) y Selma (2015), pero para mí esta es la mejor.
                                   

10. Planta 4ª (2003)
Fue la segunda película española más taquillera de 2003 y no me extraña. Está basada en la obra teatral Los Pelones de Albert Espinosa, un escritor con el que confieso que también he llorado al leer sus libros. Lo mejor de ella es que, a pesar de su crudeza, trata el tema de las enfermedades terminales con humor. Juan José Ballesta está espléndido en el papel de Miguel Ángel, un niño enfermo de cáncer que consigue mejorar la vida de muchas personas.
                                     

9. Siempre a tu lado, Hachiko (2009)
Tengo que admitir una cosa y espero que no me juzguéis por ello: a veces lloro más con las muertes de los animales en una película que con el sufrimiento de las personas. Hachiko es una película demoledora basada en hechos reales que romperá el corazón de aquellas personas que aman los animales y, sobre todo, de aquellos que tienen una mascota a la que adoran. Los que la habéis visto sabéis que no miento.
                                    

8. Fast and furious 7 (2015)
Creo que aún no he superado el precioso homenaje que le hicieron a Paul Walker en el final de la séptima entrega de Fast and furious. Es realmente difícil tratar de contener las lágrimas a lo largo de una película plagada de guiños hacia el actor protagonista, fallecido durante el rodaje de la misma. Aun así, esta cinta es un regalo para los amantes de una saga que, en mi opinión, debería acabar aquí.
                                     

7. Big Fish (2003)

A Tim Burton se le conoce sobre todo por sus producciones más macabras (y geniales) como Eduardo Manostijeras (1990)Pesadilla antes de Navidad (1993). Sin embargo, para mí la mejor película del excéntrico director es Big Fish, donde no renuncia a la originalidad ni a regalar una preciosa enseñanza: nadie muere si deja razones para ser recordado.
                                     

6. El club de los poetas muertos (1989)La escena de "Oh capitán, mi capitán" se ha grabado a fuego en los corazones de todos los que han visto esta película. A mí me emocionó muchísimo y el personaje de Robin Williams me ayudó a ver la vida de otra manera. También me encanta el papel de Ethan Hawke, jovencísimo en esta peli, todo un homenaje a la entrega y dedicación de los docentes.
                                   

5. El diario de Noa (2004)
Maldigo y bendigo a la vez a Nicholas Sparks por construir historias tan bonitas y lacrimógenas como esta. No os engaño cuando digo que se me humedecen los ojos cada vez que recuerdo el desenlace. Tampoco os miento al deciros que he visto esta película más de diez veces y no me canso de ver a Ryan Gosling diciendo: "Dime lo que quieres que sea y lo seré por ti".
                                    

4. Million Dollar Baby (2004)
Clint Eastwood es un genio y creo solo un diminuto porcentaje de la población mundial no ha llorado con alguna de sus películas. Million Dollar Baby me desgarró especialmente y el tándem Clint Eastwood - Hilary Swank tiene la culpa de ello. La actriz se llevó un Oscar por interpretar a Maggie Fitzgerald, una mujer luchadora que quiere cumplir su sueño de ser boxeadora profesional. Pero no es la única vez que Hilary me ha hecho llorar, puesto que también protagoniza la siguiente película de esta lista.
                                  

3. P.D Te quiero (2007)
¿Sabéis lo que es llorar desde el PRINCIPIO de una película? Pues en P.D Te quiero sucede esto y no lo vais a poder remediar. No digo más.
                                 

2. En busca de la felicidad (2006)A ver, Will Smith, no puedes pasar de hacernos reír a carcajadas en El príncipe de Bel-Air a arrancarnos el alma con películas como esta. A mí me la pusieron en el instituto y pasé una vergüenza terrible al continuar sollozando en los pasillos. Por eso, os aconsejo que disfrutéis de esta historia de superación en vuestra casa y sin compañía.
                              

1. La vida es bella (1997)Solo una película podía estar en la cúspide de mi Top 12 de películas de llorar: La vida es bella. Roberto Benigni retrató el horror del nazismo de una forma alegre y original, aunque precisamente ese contraste es lo que te parte el corazón. La escena de "Buenos días, princesa" y el desenlace de la película son los momentos en los que más lloré. No la olvidaré nunca.
                           

viernes, 2 de octubre de 2015


Aléjate de todo aquel que quiera decidir por ti. Huye de las personas que corrijan tus pensamientos e inquietudes. Escupe en frases como "Esto es así porque siempre ha sido así". No confíes en los pesimistas ni en los que dicen saber más que tú por ser mayores, de otro sexo o de otra raza. Sigue tus instintos, cree en ti, valórate. Trabaja mucho, lucha por tus sueños, proporciónate placeres. Disfruta de la vida a tu manera, no del modo que algunos deciden que es el correcto. Si te prohíben leer un libro, devóralo aún con más ganas. Escucha la música que incomoda a los tipos serios, baila sin vergüenza y canta sin micro. No te sientas culpable por elegir tu propio destino.



Acércate a las personas tolerantes y a las que ríen con ganas. Habla, debate, discrepa y cambia de opinión. No prejuzgues y no te juzgues. Ve películas que te hagan reír, llorar o no sentir nada. Tú decides tus gustos y no las marcas ni ese 'amigo' tuyo que se cree el mejor. Sueña, aspira alto y no te sientas loco por ello. Vive en una película en la que seas tú el que decides los colores.






* Imágenes de la película 'Pleasantville' (1998)

martes, 15 de septiembre de 2015

Dime cómo tratas a los animales y te diré quién eres


De nada han servido las manifestaciones ni los hashtags. Hoy, Tordesillas se ha teñido de sangre un año más, una sangre símbolo de la barbarie disfrazada de 'tradición'. A Rompesuelas le han arrancado la vida en apenas veinte minutos a golpe de lanza y nadie ha podido evitarlo. Gran parte de la sociedad grita contra una salvajada que practican unos pocos cobardes y que justifican algunos políticos aún más cobardes. Si amar España significa llamar arte a la tortura, yo prefiero amarla de una forma distinta.

No le veo el sentido a intentar convencer de que la tauromaquia y fiestas como el Toro de la Vega deben erradicarse. Es como si, en pleno siglo XXI, tratase de argumentar por qué la esclavitud es mala o por qué no se debe maltratar a una mujer. Los cavernícolas que apoyan esta vergüenza no van a entrar en razón y la única solución que veo factible es exigir una solución efectiva: la eliminación de estas prácticas por parte de los de arriba, alcaldes, presidentes y políticos en general.

Decía Mahatma Gandhi que dice mucho de una civilización la forma en la que trata a los animales. España ni siquiera es una civilización. Y no, no me sirve la demagogia barata de los que creen que no merece la pena quejarse de la muerte de un toro habiendo personas sin trabajo en nuestro país o niños africanos que se mueren de hambre. Una cosa no es incompatible con la otra y, posiblemente, aquellos que defienden con pasión la libertad de los animales están más sensibilizados que muchos otros con distintas causas sociales. La vida de un animal no tiene por qué situarse en un pedestal inferior a la de los humanos. El movimiento animalista siempre lo ha advertido, aunque no muchos les han hecho caso. Y, ya que los animales no pueden defenderse por sí mismos de este peligro ajeno a la naturaleza, tendremos que hacerlo nosotros.


Viñeta de Forges para El País (15/09/2015)



sábado, 22 de agosto de 2015

El miedo

Llegamos al mundo entre gritos y llantos, presas del miedo. Dicen que durante nuestra infancia desaparece y por eso jugamos con enchufes y nos perdemos en los recovecos más peligrosos de nuestra casa. Pero el miedo sigue presente incluso en la etapa de los dientes de leche, pues nos acechan temores como que nuestra madre no nos coja en brazos, que nos quiten el chupete, el primer día de colegio o el sabor del puré de calabacín.

A medida que vamos creciendo, el miedo es aún mayor. Está el miedo a no encajar y el miedo a nuestro propio cuerpo. Tenemos miedo de lo que piensen los demás y de que nuestros padres no nos comprendan (o de que traten de comprendernos demasiado). Hay miedo hacia las matemáticas y miedo a que cierta persona no nos conteste a los SMS. Nos da miedo el acné, los kilos de más y el cabello encrespado los días de lluvia. Tenemos miedo al primer cubata y a que los chicles de menta no disfracen el olor a vodka barato. Empezamos más seriamente a tener miedo de la vida.

Cuando éramos niños, veíamos a nuestros padres, tíos y profesores como auténticos héroes (y heroínas) a los que nada malo les podía suceder. Al fin y al cabo, son mayores, y los mayores nunca lloran ni tienen miedo. Llega el día en el que las velas de nuestra tarta indican que ya somos adultos y, por tanto, seres fantásticos que no temen nada y para los que la vida es un sencillo videojuego. Y es en ese momento en el que nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos. La etapa más terrorífica no ha hecho más que comenzar.

Pensadlo. ¿Cuántas cosas os inspiran miedo? Y no me refiero a las películas de terror y al sabor del puré de calabacín (efectivamente, ese miedo nunca desaparece). De lo que hablo es de todas esas cosas que nos hacen retroceder, que impiden que alcancemos nuestras metas y crezcamos como personas. Está el miedo a fracasar y a no dar la talla. El miedo al futuro y el miedo al pasado. Miedo a una entrevista de trabajo. Miedo a que no tener una entrevista de trabajo. Miedo a la báscula. Miedo a defraudar. Miedo a la humillación. Miedo al miedo. Miedo a abandonar la comodidad de una relación que no va a ningún sitio. Miedo al compromiso. Miedo a resultar indiferentes. Miedo a que no guste nuestra foto principal de Facebook. Miedo a los nuevos sabores. Miedo a luchar por nuestros ideales. Miedo por no tener claros nuestros ideales. Miedo a que no piensen como nosotros. Miedo al rechazo. Miedo a ser diferentes y miedo a ser iguales. Miedo a coger un avión. Miedo a nuestro propio hogar. Miedo a mirar a los ojos y miedo a reír ruidosamente. Miedo a abrir nuestra mente. Miedo a debatir, a discrepar y a cambiar de opinión. Miedo a otras culturas. Miedo a saber. Miedo a decir adiós. Miedo a conocer. Miedo a cerrar capítulos de nuestra vida. Miedo a pronunciar mal un idioma. Miedo a que nos escuchen cantar. Miedo a envejecer. Miedo a llorar. Miedo a dañar con la sinceridad. Miedo a hundirnos en la diplomacia. Miedo a otras razas. Miedo a perder y miedo a ganar. Miedo a los cambios. Miedo a los retos. Miedo a ser nosotros mismos.

La vida es fugaz y esto no es una frase cursi de las que decoran agendas. El tiempo es demasiado escaso como para malgastarlo en sentir miedo. Debemos librarnos de las ataduras y luchar por nuestros objetivos. Debemos hacer lo que nos dé la gana. Hemos de convertirnos en esos héroes mayores que no saben lo que es el miedo o, al menos, se las apañan para esquivarlo.


Mr. Nobody (2009)

sábado, 4 de julio de 2015

El cinismo de criticar las redes sociales en las redes sociales


No sé si soy la única que tiene la sensación de que está de moda criticar por criticar. Ser hater, vamos. Que si Halloween es una fiesta extranjera y no debería celebrarse en España, que si somos una sociedad muy consumista, que si mereces la muerte si te gusta One Direction, que si eres una provocadora por llevar escote, que si eres un provocador por hacerte una foto sin camiseta, que si eres un facha porque no te gusta Podemos, que si eres un rojo porque criticas al PP... ¡Y así estamos siempre!

Estas críticas suelen volcarse en las redes sociales, por lo que a veces Twitter se convierte en un hervidero de amargura y Facebook en un espacio de listillos que deciden que el programa que tú ves es una basura o que la sociedad actual apesta porque se llevan los pantalones pesqueros. Y claro, a veces da un poco de grima navegar entre tanta negatividad.

Últimamente, uno de los blancos más comunes de estos dardos acusatorios es Internet. El argumento de estos "nostálgicos" -aunque yo emplearía otra palabra- es que antes de Internet, todo iba mejor. Sí, antes de Internet nos lo pasábamos mejor, éramos menos vagos y hasta mejores personas. Ahora somos una sociedad viciosa y corrompida, entregada a la pervesión de las redes sociales. Y, por supuesto, también son terribles los móviles y aplicaciones como WhatsApp. Pero si ya hablamos de Facebook y Twitter... Que si somos unos pesados en las redes sociales, que si subimos demasiadas fotos, que si a nadie le importa que hayamos cenado calamares y un muy largo etcétera. Por esa regla de tres, a lo mejor a mí no me importan estas críticas, unas críticas que, por cierto, se hacen en las mismas redes sociales que denominan "malignas". Y hasta desde un smartphone, ese aparatito demoníaco que según muchos corrompe nuestras mentes. ¿No os parece un poco hipócrita?

Seamos claros: Internet y las redes sociales tienen sus pros y sus contras, como todo en esta vida, pero los pros son muchísimos más. ¿O acaso todos los que criticáis la tecnología mediante parrafadas filosóficas desconectaríais el router de vuestra casa o estaríais una semana sin móvil? Por no hablar de los que defienden que la gente que sube fotos personales a la Red no tiene una vida feliz o no disfruta del momento. Creedme, se puede disfrutar perfectamente de un amanecer o de una cena con amigos e inmortalizar el momento para compartirlo con tus amigos internautas. Y no, no por subir una foto hay que ser un narcisista o no tener vida social en el mundo offline. Simplemente, el mundo actual no podría entenderse sin esta nueva forma de comunicación que no podemos ignorar. Escribir cartas es genial y reivindico seguir haciéndolo, una tarea que no es incompatible con enviar un mensaje privado a un amigo en Facebook o hacer retweet a un comentario que te parece interesante. En serio.

Con todo esto quiero decir que hay que frenar esa actitud de Grinch que se queja de todo y de todos. Se prejuzga demasiado y con mucha frecuencia, y eso es un error .más que tuitear que has comido un huevo frito o que te gusta Camela-.


'Her' (2014)


lunes, 2 de marzo de 2015

'Nightcrawler', un certero retrato del (mal) periodismo


En un negocio, el objetivo final es conseguir beneficios que hagan rentable esa operación. Nadie se sorprendería si una tienda de ropa rebaja algunos artículos para atraer a más clientes o si una empresa de refrescos contrata a una reputada agencia de publicidad para elaborar el mejor spot. Sin embargo, cuando en un negocio entran en juego vidas humanas, algo cambia. Y esto no es otra cosa que lo que sucede en el periodismo.

Como bien se enseña en las facultades, los periodistas deben estar al servicio de los ciudadanos y ofrecerles una información veraz y rigurosa. Las empresas periodísticas, por tanto, tienen un claro fin social. No obstante, no dejan de ser empresas con cuentas que analizar a fin de mes y con dueños que quieren que su negocio sea un éxito, muchas veces a cualquier precio. Sobre este debate ético versa 'Nightcrawler', un thriller de Dan Gilroy protagonizada por un sublime Jake Gyllenhaal. En esta película, Jake encarna a un periodista freelance que rastrea cada noche las calles de Los Ángeles en busca de imágenes impactantes para venderlas al mejor postor (es decir, a los telediarios sedientos de noticias sangrientas). Con esta apasionante historia, Gilroy ha realizado un perfecto esbozo de la profesión periodística, un oficio que en sí mismo es una novela de profundos personajes:

- Louis Bloom, el sabueso
La vida del protagonista es monótona y aburrida, aunque esto empieza a cambiar cuando adquiere una cámara de vídeo y se dedica a filmar el lado más espeluznante y sórdido de la ciudad. Este es un perfil que vemos con frecuencia: periodistas que lo dan todo por su trabajo, que buscan ganar experiencia y ascender ofreciendo a cambio dedicación y entrega, pero olvidando en muchos casos cualquier consideración ética y moral.


- Nina, la adiestradora
En televisión, si no hay imagen, no hay noticia. Esta es la máxima de Nina, una periodista encargada de seleccionar los temas de los informativos matutinos de su cadena. Su obsesión son los datos de audiencia alcanzados cada día, unas cifras que se incrementan con el material que le vende Bloom, su servil sabueso que un día se le acaba rebelando. Nina no tiene ningún reparo en emitir imágenes de cadáveres a la hora del desayuno con tal de enganchar a más espectadores cada día, algo que no nos tiene que resultar extraño teniendo en cuenta los escandalosos titulares y las polémicas fotos que nuestros medios utilizan para captar la atención del público.


- Joe Loder, el chucho salvajeUn negocio no puede entenderse sin su público, pero tampoco sin su competencia. Precisamente este es el papel que ostenta Joe Loder, un experimentado freelance que se siente amenazado ante la llegada de Bloom a su reinado nocturno. Será capaz de cualquier cosa con tal de llegar primero al lugar de los hechos y conseguir las mejores imágenes, arriesgando, incluso, su propia vida. Podemos cambiar perfectamente las calles de Los Ángeles por una redacción, en la que algunos "compañeros" no dudan en pisotear a otros para conseguir una exclusiva y contentar a los jefes (o adiestradores).


- Rick, el cachorro
Aunque el eje central de la película es el sensacionalismo presente en el tratamiento de la realidad de muchos medios de comunicación, hay otro tema muy interesante y actual: los becarios. Y es que a pesar de su inexperiencia, Louis Bloom no duda en engañar al joven Rick con falsas promesas de aumentos salariales para hacerle trabajar a destajo cada noche como su ayudante. El pobre cachorro solo quiere ganarse la vida, pero Bloom insiste en que su motivación no debe ser económica, sino profesional. Todos los becarios de este país hemos oído cosas parecidas: "No te pagamos, pero vas a ganar mucha experiencia y conocer de cerca el oficio. Te estamos dando una gran oportunidad". A este paso, al final tendremos que pagar por trabajar, pero todo sea por nuestra carrera, ¿no?



Así es el juego y así son las normas (o mejor dicho, la ausencia de normas). Este es el "todo vale" con el que se justifican muchos medios que se saltan todo límite para satisfacer los más bajos instintos de su público. Una historia violenta vale más que cualquier otra noticia, por trascendente que sea (y si tiene sangre y sexo, mejor). Nadie mira por los derechos de las víctimas o de sus familiares y nadie hace un mínimo ejercicio de empatía. Lo que importan son los ejemplares vendidos, la cuota de pantalla o los retuits. Lo que interesa es sacar el negocio adelante sin importar las vidas que se apaguen por el camino.


P.D: 'Nightcrawler' es interesante porque refleja una realidad del periodismo, pero no hay que olvidar que el amarillismo y la explotación son solo una parte de la profesión. Periodismo también son los extensos reportajes de Truman Capote y Gabriel García Márquez, las intensas crónicas de reporteros de guerra que sacan a la luz verdades escondidas y las filtraciones de datos que muestran a los ciudadanos cómo son sus dirigentes. Periodismo es entrega, vocación y libertad.

sábado, 21 de febrero de 2015

"And the Oscar goes to...": quiniela de los premios Oscar 2015



En alguna habitación cerrada con llave deben encontrarse los más de veinte galardones que se entregarán mañana en el teatro Kodak de Los Ángeles. Estas estatuillas tan ansiadas por directores, actores y demás miembros del ámbito del cine, brillan y esperan impactantes a saber quién será su dueño en una gala casi tan dorada como ellas. Desde mi punto de vista, 2014 ha sido un año de muy buenas películas, no solo por la calidad de sus historias, sino por la originalidad de su montaje y ejecución. Por ejemplo, nunca antes se había presentado una película grabada durante doce años con los mismos actores, como es el caso de una joya como 'Boyhood'. De la misma forma, 'Birdman' sorprende con su formato de falso plano secuencia. Respecto a interpretaciones, nunca pensé que un actor sería capaz de ponerse en la piel de Stephen Hawking con tanta exactitud y sensibilidad como Eddie Reymane, al igual que pocas actuaciones han logrado transmitir tanto como la de J.K Simmons en 'Whiplash', personificado en un fiero y apasionado profesor de música. Y hablando de música... ¿qué me decís de la BSO de 'Interstellar'? Hans Zimmer nunca decepciona.

                       
                       
                       


Aunque tengo muy claro quiénes quiero que ganen en prácticamente todas las categorías, no estoy muy segura de quiénes serán los vencedores reales. Y es que ya se sabe, la Academia puede darnos muchas sorpresas...

Aun así y a pesar de mi indecisión, voy a compartir con vosotros mi 'quiniela' sobre los que creo que van a ser los triunfadores de la noche. En algunas categorías estoy entre dos (o incluso más) opciones, pero para ser lo más concisa y directa posible, me decantaré siempre (con mucho esfuerzo) por una. Me he centrado en las categorías más importantes o a las que solemos prestar más atención (y, sobre todo, de las que tengo una idea clara). ¡Allá vamos!


1. Película
- El francotirador
- Selma
- Birdman
- Boyhood
- Gran hotel Budapest
- La teoría del todo
- The imitation game
- Whiplash

2. Dirección
- Alejandro G. Iñárritu (Birdman)
- Richard Linkaster (Boyhood)
- Bennet Miller (Foxcatcher)
- Wes Anderson (Gran hotel Budapest)
- Morten Tyldum (The imitation game)

3. Actor
- Bradley Cooper (El francotirador)
- Steve Carrel (Foxcatcher)
- Eddie Reymane (La teoría del todo)
- Michael Keaton (Birdman)
- Benedict Cumberbatch (The imitation game)

4. Actriz
- Rosamund Pike (Perdida)
- Felicity Jones (La teoría del todo)
- Reese Witherspoon (Wild)
- Marion Cotillard (Dos días, una noche)
- Julianne Moore (Siempre Alice)

5. Actor secundario
- Ethan Hawke (Boyhood)
- Edward Norton (Birdman)
- J.K Simmons (Whiplash)
- Mark Buffalo (Foxcatcher)
- Robert Duvall (El juez)

6. Actriz secundaria
- Patricia Arquette (Boyhood)
- Laura Dem (Wild)
- Keira Knightley (The imitation game)
- Meryl Streep (Into the woods)
- Emma Stone (Birdman)

7. Lengua no inglesa
- Ida (Polonia)
- Relatos salvajes (Argentina)
- Leviathan (Rusia)
- Tangerines (Estonia)
- Timbuktu (Mauritania)

8. Guion original- Richard Linklater (Boyhood)
- A.G. Iñárritu, N. Giacobone y A. Dinelaris (Birdman)
- Dan Futterman y E.Max Frye (Foxcatcher)
- Wes Anderson y Hugo Guinnes (Gran hotel Budapest)
- Dan Gilroy (Nightcrawler)
9. Guion adaptado
- Jason Hall (El francotirador)
- Paul Thomas Anderson (Puro vicio)
- Graham Moore (The imitation game)
- Anthony McCarten (La teoría del todo)
- Damien Chazelle (Whiplash)

10. Montaje- Barney Pillin (Gran hotel Budapest)
- Joel Cox y Gary D. Roach (El francotirador)
- William Goldenberg (The imitarion game)
-  Sandra Adair (Boyhood)
- Whiplash (Tom Cross)

11. Dirección de fotografía
-
Dick Pope (Mr. Turner)
- Robert D. Yeoman (Gran hotel Budapest)
- Emmanuel Lubezki (Birdman)
- Ryszard Lenczewski y Lukasz Zal (Ida)
- Roger Deakins (Invencible)

12. Diseño de producción
- Maria Djurkovic y Ttaiana Macdonald (The imitation game)
- Nathan Crowley y Gary Fettis (Interstellar)
- Adam Stockhausen y Anna Pinnock (Gran hotel Budapest)
- Dennis Gassner y Anna Pinnock (Into the woods)
- Suzie Davies y Charlotte Watts (Mr. Turner)

13. Banda sonora original
- Alexandre Desplat (Gran hotel Budapest)
- Hans Zimmer (Interstellar)
- Alexandre Desplat (The imitation game)
- Jóhann Jóhannsson (La tería del todo)
- Gary Yershoon (Mr. Turner)

14. Canción original
-
Grateful (Beyond the lights)
- Everything is awesome (Lego, la película)
- I´m not gonna miss you (Glen Campbell...I´ll be me)
- Glory (Selma)
- Lost stars (Begin again)

15. Diseño de vestuario- Milena Canonero (Gran hotel Budapest)
- Colleen Atwood (Into the woods)
- Mark Bridges (Puro vicio)
- Anna B. Sheppard y Jane Clive (Maléfica)
- Jacqueline Durran (Mr. Turner)

16. Maquillaje- Bill Corso y Dennis Liddlarg (Foxcatcher)
- Frances Hannon y Mark Coulier (Gran hotel Budapest)
- Elizabeth Yianni-Georgiou y David White (Guardianes de la Galaxia)

17. Película de animación- Los Boxtrolls
- Cómo entrenar a tu dragón 2
- Big Hero 6
- Song of the sea
- El cuento de la princesa Kaguya




    miércoles, 7 de enero de 2015

    Fusiles contra lápices

    El año 2015 ha comenzado con muy mal sabor de boca. Concretamente, con sabor a violencia, a intolerancia, a terrorismo, a barbarie. Hoy, 7 de enero, se presentaba como un día tranquilo de resaca navideña y de vuelta a la rutina, pero unos seres despreciables (no tienen otro nombre) han atentado contra la sede del semanario francés Charlie Hebdo (sí, el de las caricaturas de Mahoma). Sin eufemismos: la han emprendido a tiros con todo el que se cruzase en su camino, asesinando a doce personas, entre las que se encuentran famosos caricaturistas franceses y el director del medio. En definitiva, personas con hijos, padres, parejas y hermanos. Ciudadanos con ocupaciones y preocupaciones, con propósitos y sueños. Personas que han sido brutalmente asesinadas por trabajar, por ejercer su derecho a la libertad de expresión, por hacer lo que amaban.
    Por @malaimagen

                                         
    Este atentado terrorista no es un hecho aislado, sino solo una pequeña parte de la espiral de violencia y de locura en la que están sumidos los que se proclaman "defensores del Islam", pero que en realidad son guerreros de la intolerancia y la cobardía. Creo que mi opinión sobre este acto está muy clara, pero quería dejar algunas cosas claras para quién le apetezca leerlo:

    - No hay excusa. No, no la hay. Nadie merece ser asesinado y ni mucho menos por el simple hecho de hacer su trabajo y de pensar diferente. Lo que ellos hacían era humor, que a algunos les haría gracia y a otros no, pero humor. Utilizaban su talento como dibujantes para hacer reír y aunque es lícito que hubiera personas a las que no le agradara este humor o a las que no les gustaran las caricaturas sobre Mahoma y el Islam, la libertad de expresión está por encima de todo. La violencia, en cambio, NUNCA está justificada.

    - No es religión. No, no lo es. Puede que estos terroristas decapiten a periodistas o disparen a dibujantes "en nombre del Islam", pero el Islam no es el culpable. No se puede culpar al pueblo musulmán y a los fieles del Islam por una acción aislada de unos terroristas. No cabe duda de que la violencia islamista es preocupante y las células terroristas crecen cada día más, pero no se puede generalizar ni utilizar estos acontecimientos para dar rienda suelta a la xenofobia. A la violencia no se le responde con violencia ni a la intolerancia con intolerancia. Y estoy harta de escuchar/leer la frase "La religión ha matado a más personas de las que salva". El Islam no ha matado a nadie, son unos asesinos los que lo han hecho. ¿O acaso los católicos tienen que ser insultados por las torturas que impartía la Santa Inquisición o por los casos de pedofilia en la Iglesia?

    - No hay que dejar de dibujar (ni de escribir, ni de pensar). ¿Cuál es el objetivo de ataques como estos? Cortar las alas de la libertad, conseguir que los ciudadanos del mundo no ejerzan sus derechos, evitar que las personas piensen y hagan pensar. Son muchos los que se autocensuran por miedo a estos ataques violentos y hay que acabar con ello. Cada vez que un caricaturista guarda su lápiz o un periodista no publica un artículo en el que ha volcado su libre y válido pensamiento, los terroristas están consiguiendo su objetivo. Y la libertad muere un poco más. Por eso hay que condenar este caso (y todos) y jamás ponerse una mordaza. Que nunca cese la lucha y que nunca se haga el silencio. Que el mundo nunca deje de ser libre.