lunes, 8 de diciembre de 2014

X-mas time



Como cada año, son muchos los españoles que aprovechan el puente de diciembre para adornar sus casas de Navidad. De hecho, ciudades como Madrid ya están engalanadas con millones de luces de colores y abetos luminosos de dimensiones imposibles. Es un hecho que la Navidad nos está pisando ya los talones y muchos aprovechan para clamar a los cuatro vientos su odio o admiración hacia estas fechas. Digamos que yo me sitúo en un punto medio: ni idealizo esta celebración, ni me parece tan "comercial-materialista-capitalista" como dicen. Sí, es cierto que muchas empresas se hacen de oro gracias a los regalos navideños, pero también es bonito regalar y que te regalen, pensar en lo que le gusta a una persona especial y que esa persona piense también en ti. Y no, no hay que dejarse la cartera en ello necesariamente. Por eso, y aunque respeto todas las opiniones, creo que hay que quedarse con la parte positiva de la Navidad, como la de reunirse con la familia (que sí, que eso podemos hacerlo cualquier día del año, pero la realidad es que no siempre lo hacemos y esta celebración es una excusa perfecta). Por otro lado, es una buena fecha para hacer un balance del año y para reflexionar sobre lo que hemos hecho bien y lo que tendríamos que mejorar como personas. No sé, digamos que las navidades sirven para tomarse un respiro, para recapacitar, fijar metas, coger carrerilla e ir hacia ellas. Pero lejos de ponerme en plan cursi, lo único que quería era compartir con todos los que, como yo, estáis asfixiados por los trabajos y exámenes, una pequeña reflexión. De vez en cuando hay que relajarse un poco y, al igual que hacemos en las vacaciones navideñas, tomar impulso para afrontar el futuro.

                             




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