lunes, 8 de diciembre de 2014

X-mas time



Como cada año, son muchos los españoles que aprovechan el puente de diciembre para adornar sus casas de Navidad. De hecho, ciudades como Madrid ya están engalanadas con millones de luces de colores y abetos luminosos de dimensiones imposibles. Es un hecho que la Navidad nos está pisando ya los talones y muchos aprovechan para clamar a los cuatro vientos su odio o admiración hacia estas fechas. Digamos que yo me sitúo en un punto medio: ni idealizo esta celebración, ni me parece tan "comercial-materialista-capitalista" como dicen. Sí, es cierto que muchas empresas se hacen de oro gracias a los regalos navideños, pero también es bonito regalar y que te regalen, pensar en lo que le gusta a una persona especial y que esa persona piense también en ti. Y no, no hay que dejarse la cartera en ello necesariamente. Por eso, y aunque respeto todas las opiniones, creo que hay que quedarse con la parte positiva de la Navidad, como la de reunirse con la familia (que sí, que eso podemos hacerlo cualquier día del año, pero la realidad es que no siempre lo hacemos y esta celebración es una excusa perfecta). Por otro lado, es una buena fecha para hacer un balance del año y para reflexionar sobre lo que hemos hecho bien y lo que tendríamos que mejorar como personas. No sé, digamos que las navidades sirven para tomarse un respiro, para recapacitar, fijar metas, coger carrerilla e ir hacia ellas. Pero lejos de ponerme en plan cursi, lo único que quería era compartir con todos los que, como yo, estáis asfixiados por los trabajos y exámenes, una pequeña reflexión. De vez en cuando hay que relajarse un poco y, al igual que hacemos en las vacaciones navideñas, tomar impulso para afrontar el futuro.

                             




domingo, 2 de noviembre de 2014

7 razones para amar el cine clásico


Cuando Dios creó la Tierra, nos obsequió a los seres humanos con el cielo, el mar y,.. el cine. El séptimo arte es, a su vez, la octava maravilla del mundo, todo un movimiento capaz de unir y diferenciar culturas y de encandilar a personas de todas las edades y colores. Sin duda, este arte ha ido variando con el paso de los años y de las décadas, pero eso no quiere decir que las películas antiguas pasen de moda. De hecho, hay muchos amantes de lo que conocemos como cine clásico (aunque es difícil establecer una cronología concreta, podemos considerar clásicas a todas las producciones comprendidas entre 1900 y la década de los 70, aunque esta clasificación es más bien subjetiva). Nuestros abuelos suelen recordar con sonrisas nostálgicas las películas que marcaron su infancia, aunque a muchas personas este tipo de cine les parece aburrido y prefieren hacerse un maratón de comedias románticas de Jennifer Aniston o acudir al cine a ver la nueva de 'Los mercenarios'. Con esto no quiero decir que el cine clásico sea mejor que las producciones actuales, porque hay películas maravillosas en la década de los 50 pero también en el año 2014. Además, las preferencias cinematográficas son eso, preferencias totalmente subjetivas. Aun así, el hecho de que una persona sea fanática de la saga de 'Fast & Furious' o adore la trilogía de 'El señor de los anillos', no quiere decir que no sepa apreciar ni disfrute con el cine clásico. Y no es de extrañar, porque hay muchas razones para amarlo:

1. Las historias: Si algo bueno tiene el cine clásico es que hay películas para todos los gustos: desde apasionadas historias de amor como la que viven los protagonistas de 'Casablanca' (1942) hasta el más excéntrico terror de 'La novia de Frankenstein' (1935) o las escurridizas andanzas de gángsters y timadores de 'El golpe' (1973). Además, durante estos años se rodaron muy buenas adaptaciones de míticos libros como 'A sangre fría' (1967), basada en la novela homónima de Truman Capote o 'Al este del Edén' (1955), adaptación del famoso libro del premio Nobel John Steinbeck.

Julie Harris y James Dean en 'Al este del Edén'

2. Ellos: Aunque el panorama cinematográfico actual cuenta con buenos y atractivos actores (desde Leonardo DiCaprio y Brad Pitt hasta Joaquin Phoenix y Michael Fassbender), los hombres del cine clásico son inigualables. Ellos tenían un magnetismo especial, una elegancia innata ante las cámaras y detrás de ellas. Además, había para todos los gustos: distinguidos como Cary Grant, seductores como Paul Newman, simpáticos como Sal Mineo, sensuales como Marlon Brando, misteriosos como Humphrey Bogart y rebeldes como James Dean.
Paul Newman, el galán irrepetible
3. Ellas: Si el Hollywood clásico fue la época dorada de los hombres de bien, también lo fue de las mujeres más bellas y mágicas. Destacan iconos como Audrey Hepburn, reina de la finura o Grace Kelly, de belleza perfecta. Tampoco podemos obviar el erotismo de Brigitte Bardot, el carisma de Marilyn Monroe o la mirada más bella de Hollywood, la de Liz Taylor.

Marilyn era (y es) única
                                   
4. La moda: Uno de los secretos de estos enigmáticos actores era, sin duda, su estilo. Y es que hay películas que son un espectáculo exquisito en cuanto a moda se refiere, como es el caso de 'Desayuno con diamantes' (1961), que refleja los lujos y el glamour de la sociedad neoyorquina de la época y que coronó a Audrey Hepburn como un icono de la moda y el estilo.

Audrey Hepburn ('Breakfast at Tiffany´s')

5. Doblaje: Aunque no hay que perder la oportunidad de disfrutar de los clásicos en versión original, algunas de las versiones dobladas me parecen fascinantes y, al ser remasterizadas para mejorar su calidad de imagen y sonido, volvieron a ser dobladas, perdiendo esa "magia" de las voces de entonces. Con esto no quiero menospreciar a nuestros actores de doblajes actuales, que son auténticos genios del cine, pero creo que los personajes de las películas clásicas deberían seguir hablando como aquellos que les dieron voz en su día. 

6. La música:
Ya no es solo que el cine clásico nos haya regalado películas musicales maravillosas como 'Sonrisas y lágrimas' (1965), sino que algunas producciones eran acompañadas de impresionantes bandas sonoras que perduran hasta nuestros días, como la famosísima BSO de 'Ben-Hur', las entrañables canciones de 'Mary Poppins' o la mítica canción Moon River interpretada por Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes'.

                                 
                                 


7. Efectos especiales
: A lo mejor este punto os parece irónico, puesto que los efectos especiales del cine han ido mejorando con el paso del tiempo, pero estoy hablando en serio. Precisamente el hecho de que los directores trabajaran con pocos recursos y las tecnologías no estuviesen tan avanzadas como actualmente, añaden aún más mérito a los efectos especiales antiguos. Además, aunque algunos destacan por su cutrez, resultan de lo más graciosos y llamativos para los espectadores actuales. Y es que, ¿a quién no le ha sacado una sonrisa las artificiales cuchilladas de la escena de la ducha de 'Psicosis' (1960)?


                               

viernes, 17 de octubre de 2014

La novela que me hizo llorar por unos asesinos


Debería haberlo leído antes, mucho antes. 'A sangre fría', posiblemente la obra más famosa de Truman Capote, me ha dejado sin palabras. Es uno de los símbolos del periodismo, de la corriente que se conoce como Nuevo Periodismo, un extensísimo reportaje construido gracias a la impecable labor de investigación y documentación de Capote. Sin embargo, aunque la trama (el terrible asesinato de la familia Clutter en un pueblecito de Kansas por dos criminales cegados por la codicia, Richard Hickock y Perry Smith) es real, en todo momento parece que estás leyendo una apasionante historia policíaca de ficción. Capote narra la realidad de una forma totalmente novedosa, utilizando técnicas más propias de los grandes clásicos de la Literatura. 'A sangre fría' es un libro en el que las detalladas y exquisitas descripciones permiten que el lector saboree cada paisaje, cada acontecimiento, cada interior de los personajes. Es una novela para disfrutar. Pero, sobre todo, es una obra que sorprende.


Escena de 'A sangre fría' (1967), película basada en la novela homónima de Truman Capote

Imaginaos la situación: dos repugnantes individuos que quieren hacer fortuna, asaltan la casa de la amable y querida familia Clutter, amordazando y asesinando a tiros a los cuatro miembros de la familia que se encontraban en la vivienda. Incluso, le arrebatan la vida a Nancy Clutter, una muchacha de apenas 16 años. Horrible, ¿verdad? Está claro que lo es, al igual que está claro que no es difícil odiar a los criminales, que consiguen escapar de la justicia durante un tiempo. Cuando por fin son capturados, el deseo más común es el de la venganza. Y muchos amigos de la familia Clutter se dieron por satisfechos cuando los asesinos fueron condenados a muerte. Sin embargo, Truman Capote consigue gracias a su pluma algo extraordinario: que el lector empatice con los culpables, con los antagonistas, con los asesinos. Al comenzar el libro, mi mayor deseo era que tanto Dick como Perry pagaran por lo que le hicieron a la pobre e inocente familia Clutter, pero a medida que avanza la novela y el autor va desnudando a los criminales, mostrando aspectos ocultos de su vida y personalidad, hay algo que cambia. Por supuesto que sé que las víctimas son los Clutter y no ellos, pero no puedo evitar mirarlos de un modo distinto. No puedo evitar emocionarme ante algunos episodios de la trágica vida de Perry o de la atormentada personalidad de Dick. Por supuesto que nada de esto justifica el sangriento crimen, pero lo que quiero destacar es que Capote consigue que los lectores nos pongamos en la piel de todas las partes, de todas las versiones. Y es solo así como comprenderemos la historia en su totalidad. Además, la obra hace reflexionar sobre una de las cuestiones más polémicas, sobre todo en Estados Unidos: la pena de muerte. Creo que el autor se posiciona claramente en contra, pues hace mucha incidencia en los sentimientos de Dick y Perry cuando el juez anuncia que son condenados a la horca: horror, agobio, desesperación, indignación, tristeza y resignación. Y creo que, incluso las personas que todavía apoyen esta práctica que sigue aplicándose en muchas zonas del mundo (y que para mí es una barbaridad), sienten compasión por ellos. Incluso puede que, como yo, derramen alguna lágrima por ellos. Y es una sensación rara, porque al fin y al cabo son unos asesinos que han destrozado a una pobre familia. Pero Capote hace que observemos incluso a los individuos más malvados como seres humanos y como personas. Y todo esto con pluma y papel.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Y entonces llegó 'Boyhood'


Si la semana pasada os hablaba del referéndum de Escocia, ahora la protagonista es Cataluña (o, mejor dicho, un Artur Mas obcecado en saltarse la Ley para alcanzar una independencia que no desean todos los catalanes). Lo cierto es que con unos líderes tan incompetentes tanto en Cataluña como en el Gobierno central, uno puede acabar saturado. El domingo es un día perfecto para desconectar y yo lo he hecho con un poco de cine. En esta ocasión, la elegida ha sido 'Boyhood' de Richard Linklater, una película recién estrenada pero con más de 10 años de rodaje a sus espaldas.

                                 

Lo más novedoso y llamativo de este proyecto es que, en los 12 años de grabación, se han mantenido los mismos actores. Las cámaras han podido captar el crecimiento real del protagonista, Mason (Ellar Coltrane), pero también el del resto de personajes como sus padres, interpretados por Ethan Hawke y Patricia Arquette.

Si tuviera que definir 'Boyhood' con una palabra, no lo dudaría: real. Y es que la historia no tiene grandes giros, sino que es cotidiana y real como la vida misma. Esto hace que el espectador se sienta identificado en muchos momentos y que reflexione sobre el paso del tiempo, sobre las relaciones humanas, sobre el presente y sobre el futuro. Y, además, tiene puntos muy divertidos porque los personajes son sencillos y carismáticos.

                             

Aunque la película es larga (165 minutos aproximadamente), el ritmo es ágil y no sobra ni una sola escena. El trabajo de realización es impresionante y la calidad de la imagen se mantiene durante toda la película, a pesar de que años atrás las tecnologías no estaban tan avanzadas. Además, la película está plagada de detalles curiosos que reflejan el paso del tiempo: la evolución de las videoconsolas (desde la Game Boy color hasta la Wii), la música, el cine, etc. En definitiva, 'Boyhood' es un film muy humano que, gracias a un trabajo excepcional y al compromiso por parte de los actores, refleja a la perfección las distintas etapas de una vida. Una vida que cada uno vivimos a nuestra manera, pero que todos tenemos que enfrentarnos a ella tarde o temprano.

                             



domingo, 21 de septiembre de 2014

Escocia al ritmo de The Doors


El verano se ha acabado, hemos vuelto a la rutina y, aunque últimamente estoy bastante despistada, también me siento más motivada para leer, escribir y hacer cosas en general. Por eso, me he propuesto actualizar más a menudo este blog, una criatura a la que tengo bastante abandonada. Intentaré escribir cada domingo -porque es un día que suele hacernos bastante de rabiar- sobre lo más destacado de la semana o sobre cualquier cosa que me haya llamado la atención.

Es increíble como vemos pasar ante nuestros ojos acontecimientos históricos sin apenas darnos cuenta. Esta misma semana, los escoceses han votado 'No' en el referéndum celebrado para decidir si se independizaban o no de Reino Unido. La tensión ha permanecido hasta el último momento, y la verdad es que los partidarios de la independencia tampoco están tan lejos de sus detractores -un 44,7% frente al vencedor 55,3%-. Desde mi punto de vista, esto es lo mejor que le ha podido pasar a Escocia. Separarse de Reino Unido hubiera sido un tremendo error con graves consecuencias económicas, como mínimo. Me entristece ver como algunas personas creen que separarse de sus vecinos reforzará su identidad como pueblo. Escocia es un lugar maravilloso con personas maravillosas, al igual que Inglaterra o Gales, y el hecho de que estén unidos no va a cambiar eso. Y sí, esto lo aplico también a Cataluña. No sirve de nada crear instituciones como la Unión Europea si muchos de sus integrantes están contaminados por algo tan dañino como el nacionalismo. Las divisiones son absurdas y no hacen más que separarnos a los ciudadanos del mundo cada vez más. Pero, claro está, esto es simplemente mi punto de vista.

Debates aparte, me gustaría compartir este artículo de Phil Bennet fundamental para entender la crisis que asfixia a España y que parece resistirse a marcharse. Fue escrito en el 2010, pero es de esos artículos que nunca mueren, no solo por cómo está escrito, sino por las historias y personajes que lo convierten en algo vivo, persistente, inmortal. Utilizando al pueblo manchego de Villacañas como referencia, el periodista estadounidense explica la crisis de nuestro país vista por sus ojos extranjeros y curiosos.

Y como nunca viene mal algo de música, disfrutad conmigo de la voz de Jim Morrison en 'Riders on the storm', canción que quizá muchos conocéis, entre otras cosas, por aparecer en el videojuego 'Need for speed'. Con canciones así, es imposible no lamentarse -otra vez- por la temprana pérdida de genios como Morrison, Kurt Cobain o Jimi Hendrix (quizá os interese La maldición del club de los 27). Por suerte, siempre nos quedará su música.

                                 

domingo, 24 de agosto de 2014

Sobre cubos de agua y doble moral


Seguro que muchos de vosotros conocéis la enfermedad ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Seguro que sabéis que es una enfermedad que provoca parálisis muscular y que cada vez va a peor. Y que puede desembocar en la muerte. Y que la sufren muchas personas. Pero, realmente, ¿desde cuándo lo sabéis? Porque al menos yo, he conocido esta enfermedad hace un par de semanas. Bueno, sabía que Stephen Hawking (el paciente más "famoso" de ELA) estaba muy enfermo, pero no que era uno de los afectados de estas temidas siglas. Y he sabido y sentido curiosidad por esta enfermedad al ver a una serie de personas que se echaban cubos de agua helada en la cabeza. ¡Cubos de agua! Menuda chorrada, ¿no? Y encima se graban y lo suben a Internet. ¿Para qué? Pues, entre otras cosas, para que personas como yo que no teníamos ni idea de esta enfermedad, nos percatáramos de su existencia y, sobre todo, nos sensibilizáramos con los seres humanos que la sufren.

Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones de esta campaña viral (conocida como Ice Bucket Challenge) que pretende recaudar donaciones para las asociaciones que trabajan con personas que padecen ELA y concienciar a la sociedad, ha sido muy criticada. Y cada uno es libre de criticar lo que quiera, yo también soy libre de criticar a los que critican. Sobre todo a esos que parece que no hacen otra cosa que criticar. A esos que utilizan las redes sociales solo para quejarse y para transmitir negatividad. La principal objeción es la siguiente: "En vez de tanto cubo de agua para quedar de buena persona en Internet, dona dinero". Bien, eso es cierto. El objetivo principal es donar. Pero, ¿qué saben todos esos listillos de Twitter si esa persona que se echa encima un cubo de agua (entre los que destacan famosos como David Beckham, Lewis Hamilton e, incluso, Bill Gates) ha donado? De hecho, se supone que en eso consiste el reto, en "mojarse" por los enfermos del ELA, hacer una donación y "nominar" a otras personas para que el desafío se extienda. Y sí, puede que haya famosos que acepten el reto y suban el vídeo por "postureo" y nunca sabremos si han llegado a donar o no, pero lo que está claro es que el hecho de que Justin Bieber se grabe echándose un cubo de agua encima no va a hacer daño a nadie. Porque lo que haga Justin Bieber, Shakira o Cristiano Ronaldo se hace viral. Interesa a mucha gente, ya sea porque nos guste ese personaje famoso o porque le repudiemos. Pero la cuestión es que la gente lo ve. Y si la gente ve esos vídeos, conocerá la enfermedad. Puede que busque información acerca de ella o puede que no, pero al menos ha pensado durante unos segundos sobre esa enfermedad y sobre las personas que la tienen. Y creo que esta campaña mundial gratuita no hace daño a nadie. E incrementa las donaciones por narices. Y ayuda a hacer visible un problema. Ayuda a personas.



El problema es que hay mucha gente que parece que disfruta criticando cualquier iniciativa que intente cambiar algo. Pesimistas que creen que nada se puede hacer por mejorar el mundo, aunque solo sea un poco. Y lo gracioso es que muchas de esas personas que critican a los famosos que hacen este reto supuestamente por "dar una buena imagen", muchas veces son los mismos que comparten fotos en Facebook de perros magullados o niños entubados (fotos muy desagradables e innecesarias) con el propósito de conseguir likes y de parecer solidarios. Un like no va a ayudar a un bebé con problemas de corazón ni va a curar las heridas de un perro maltratado. Un compromiso por parte de la sociedad para dar a conocer una enfermedad de una forma agradable y simpática, sí. Así que basta ya de dar lecciones de doble moral. Cada uno se compromete con una causa como desea. ¿Qué más os da que sea con un cubo de agua helada? Al menos ya se ha dado un paso más. Al menos ya se está haciendo algo. Y sinceramente, ojalá surjan más campañas de este tipo. Ojalá a los famosos les de por tirarse cubos de pintura o por ponerse camisetas de un color determinado para concienciar sobre el cáncer. O sobre el maltrato animal. O sobre la violencia de género. O sobre el Síndrome de Asperger. Y a quién no le guste, que no mire.

miércoles, 18 de junio de 2014

El relevo


Esta tarde, Juan Carlos I (Juancar en su versión "campechana") ha firmado su abdicación y, así, se ha despedido de la España que ha dirigido durante 39 intensos años de reinado. Con un abrazo y ojos velados por las lágrimas, el monarca que se hizo famoso por su "¿Por qué no te callas?", ha cedido su asiento a Felipe y, de esta forma, también el trono. Es el turno de Felipe VI, del que dicen que es el príncipe más preparado y que seguirá (e incluso mejorará) el camino de su padre. Juan Carlos se marcha en un momento en el que la monarquía como institución está más debilitada que nunca, pero también en un momento en el que los españoles necesitan esa fuerza de unión que su voz y templanza  han aportado y que ahora está en manos de su hijo. A pesar de sus fallos, Juan Carlos ha sido uno de los símbolos más importantes de España y ha tenido la carisma de la que carecen muchos políticos y gobernantes. Hay gente que le adora y otra que no, al igual que en España coexisten (¿o conviven?) monárquicos y republicanos. Sea como sea, e independientemente de la ideología/preferencia/color, no cabe duda de que estamos viviendo días históricos. En nuestra retina permanecerá durante muchos años la escena del Juan Carlos emocionado que firmaba su abdicación con manos temblorosas. Mañana, el día de la coronación de Felipe, también será una fecha para recordar. Sin embargo, tampoco se nos borrarán de la memoria las imágenes de un Madrid (y una España) cada vez más llena de mendigos, desahuciados y niños desnutridos. Eso también es España y  es todo un reto para Felipe, que deberá luchar para hacer que estas últimas imágenes sean las que menos se repitan.


                                  

jueves, 17 de abril de 2014

Gabriel García Márquez, una inspiración

Últimamente, muere mucha gente. Eso parece, ¿no? Políticos, actores, cantantes, modelos... Ya sea por la heroína, por la vejez o "por causas desconocidas", los titulares de la prensa están plagados de nombres de personas conocidas que nos dejan. Twitter, Facebook y las redes sociales en general, se vuelcan con estos famosos que se marchan. Los medios elaboran reportajes especiales sobre sus vidas y galerías fotográficas "de recuerdo". Es cierto que no conocemos a estas "celebridades" personalmente, pero sentimos pena por los familiares y parece que nos cuesta creer que esos rostros conocidos de la televisión se marchen para siempre. Sin embargo, de todos estos titulares, de todas estas pérdidas, hay una que ha caído sobre mí como una losa: Gabo. Sabía que era un hombre anciano con una extensa carrera y una larga vida a sus espaldas e, incluso, sabía que su estado de salud no era el mejor. Pero, aun así, he tenido que ver un maldito titular para creérmelo, para darme cuenta de que este genio ya no está. He tenido que toparme con la maldita noticia para darme cuenta, con tristeza, de que, a partir de este momento, su nombre figurará en las efemérides como uno más. Quizá no tenga mucho sentido que enumere sus obras, sus libros, sus premios y sus logros. Todos los conocemos y los periódicos ya nos lo mostrarán mañana (los digitales, la radio y la televisión ya lo hacen). Lo que sí tiene sentido es explicaros por qué este caballero ha tenido sentido para mí. Ya no es solo que adorara su estilo y su forma de contar la realidad, haciéndola más bella con cada roce de su pluma. No, no es solo eso. Ni siquiera lo más importante es que fuera un buen escritor y un gran periodista. Simplemente, era un hombre inspirador. Su mirada, a veces escondida tras las pequeñas lentes, no necesitaba palabras. Me hizo creer en el periodismo, una profesión de la que muy pocos se han atrevido a hablar con optimismo y con pasión. Para mí, García Márquez era eso, pasión. Él decía que el periodismo era el mejor oficio del mundo, y yo le creí. Cuando leía noticias sobre la caída de ventas de los periódicos, sobre EREs en diversos medios, sobre las terribles condiciones de muchos becarios, sobre la pérdida de credibilidad de los profesionales del periodismo, sobre periodistas secuestrados y asesinados en conflictos armados... él estaba ahí. Sus palabras y su labor me demostraban que merece la pena seguir luchando por la profesión que amas. No importa que te digan que "las cosas están muy mal" si de verdad quieres dedicarte a ello. Él era vocación, ilusión e inspiración. Mi inspiración. Sé que su marcha era inevitable, pero no puedo evitar que me duela casi como si lo conociera personalmente. Solo puedo decirle "gracias". Gracias, Gabo. Gracias por tu inspiración y por hacerme creer en las causas perdidas.