jueves, 19 de diciembre de 2013

"The Bang Bang Club", el poder de la fotografía

La fotografía y el cine protagonizan una unión perfecta y es que... ¿acaso el cine no es una composición de fotogramas? Por ello, muchas películas han reflexionado sobre el papel de la fotografía y de los fotógrafos, esos héroes capaces de inmortalizar un momento y parar el tiempo... “The Bang Bang Club” es un film canadiense dirigido por Steven Silver basado en el libro homónimo de dos fotoperiodistas famosos, Greg Marinovich y Joao Silva. La película muestra el inicio y desarrollo de The Bang Bang Club, un grupo de fotógrafos formado en los años 90 que cubrieron la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, realizando icónicas fotografías (algunas ganadoras de premios Pulitzer). El grupo de jóvenes fotógrafos estaba compuesto por Kevin Carter, Ken Oosterbroek y los propios Greg Marinovich y Joao Silva.

                                     


El perfil del fotógrafo: reportero de guerra La fotografía y, sobre todo, el fotógrafo, cobran un papel protagonista en “The Bang Bang Club”. De hecho, el eje principal de la película es la actividad de los fotógrafos en grupo y sus logros individuales, centrándose sobre todo en las figuras de Kevin Carter (polémico fotoperiodista cuyo nombre es de los más conocidos) y Greg Marinovich (fotógrafo freelance que constituye la última incorporación al grupo). Sin duda, el perfil visto en clase que podemos identificar en la película es el del reportero de guerra, un fotógrafo que, independientemente de que trabaje por su cuenta o para una agencia, retrata la realidad desde un punto de vista muy vivo y humano, destacando detalles impactantes y situándose en primera línea de batalla para conseguir las instantáneas más impresionantes y que reflejen con más viveza el hecho.

Un tema llamativo es el valor de la
pertenencia a un grupo también en el ámbito fotográfico. El film muestra cómo los componentes de The Bang Bang Club se ayudan entre sí, tanto para localizar buenas tomas como en temas más personales (por ejemplo, cuando Kevin atraviesa una crisis con las drogas, sus compañeros no dudan en prestarle dinero e, incluso, Ken le cede algunas fotografías). Además, en conflictos bélicos un fotógrafo se siente más protegido y amparado si acude al lugar de los hechos acompañado de compañeros con los mismos objetivos y aspiraciones, pudiendo esquivar más fácilmente el peligro sin por ello ver mermada su imparcialidad o su visión personal de las fotografías (y es que, los “periodistas empotrados” o embedded journalists que acuden a las batallas protegidos por soldados, a veces pueden ser influenciados por ellos y/o su Gobierno para representar los hechos de una manera u otra).

Respecto a la reflexión sobre la importancia del grupo para los fotógrafos protagonistas, son interesantes las declaraciones de Kevin Carter en una entrevista radiofónica al inicio de la película. Para él,
TBBC es casi como una broma (de hecho, en la cinta se puede ver que ellos no planean formar un grupo, sino que es algo que surge), pero que es importante en cuanto al poder y a la seguridad de ir en grupo. Reconoce que, a pesar de la colaboración, siempre hay cierta competitividad entre ellos para conseguir la mejor toma. Y esto, sin duda, puede ser también algo bueno que fomente el esfuerzo y la innovación en cada uno de ellos.

Otro punto interesante respecto a lo que el fotógrafo se refiere es el rechazo a la palabra
paparazzo. La película retrata de forma fiel cómo los fotógrafos protagonistas no quieren que se les vea como personas que entran de forma intrusiva en la vida de los demás, sino como héroes o más bien como personas que cumplen la labor social de mostrar el mundo y sus desgracias. En una escena concreta, un periodista les cuenta a los cuatro fotógrafos que desea hacer un reportaje sobre ellos, titulándolo como “The Bang Bang Paparazzi”. Esto no hace otra cosa que enfadarlos, sobre todo a Joao, por lo que el periodista cambia el título a “The Bang Bang Club” y así queda bautizada la unión de los fotógrafos.

Otro de los aspectos presentes es el poder del fotógrafo. Aunque ya analizaremos más adelante las consecuencias que puede desencadenar una impactante fotografía, cabe destacar que
en la guerra no hay mejor arma que una cámara. Y es que, como expresa Marinovich, su forma de luchar no es con armas de fuego, sino plasmando el sufrimiento humano para así intentar concienciar al resto del mundo. Por eso, a veces mantiene la cabeza fría y toma fotografías a escenas violentas (aunque hay que decir que Marinovich es de los pocos que a veces interviene físicamente para defender a agredidos). Sea como sea, la implicación del fotógrafo en los temas es enorme, al igual que su labor, aunque no siempre sea comprendida. Por eso, cuando por ejemplo muere Ken, el propio Nelson Mandela muestra sus condolencias, lo que demuestra que el fotógrafo puede convertirse en protagonista de toda una guerra. Fotografías icónicas: el poder de la imagen Además de representar a la perfección el perfil del reportero de guerra, la película muestra cómo se realizaron algunas tomas icónicas de la Historia de la fotografía.
- Kevin Oosterbroek en plena acción  (Por Kevin Carter)
Esta imagen es el claro símbolo del fotógrafo como protagonista. Como decíamos antes, el reportero no es solo una persona que se esconde tras el objetivo y se limita a pulsar un botón, sino que de él depende el efecto que cause la fotografía. Es importante que un reportero de guerra tenga conocimiento del país en el que está y de su sociedad, así como una sensibilidad especial. Con estos atributos se consiguen fotografías distintas y auténticas.

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Asesinato a un supuesto espía Zulu (Por Greg Marinovich)
Esta es la fotografía más conocida de la serie que representaba los confictos internos de Sudáfrica de la mano de Greg Marinovich. Fue tomada en 1991 y obtuvo el prestigioso premio Pulitzer. Tanto la realización de la imagen como su reconocimiento con el galardón crearon todo un conflicto interno en Marinovich, pues era la prueba de un crimen y tenía una carga violenta terrible. La imagen hace hincapié en dos aspectos: por un lado, la exposición al peligro por parte del fotógrafo de guerra (en la película, los asesinos amenazan al propio Marinovich por acercarse y tomar fotos) y, por otro, la sangre fría que debe poseer toda aquella persona que se dedique a este oficio para presentar injusticias y atreverse a retratarlas.

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El niño y el buitre (Por Kevin Carter)
Posiblemente, esta es la fotografía más famosa que aparece en la película. Casi por casualidad, Kevin Carter se fija en el niño famélico (en la película dicen que es una niña, pero algunos reportajes apuntan que fue un varón llamado Kong Nyong que logró sobrevivir) y decide fotografiarlo. Sin embargo, se da cuenta del detalle del buitre de detrás, que está acechando al desgraciado muchacho. Por la enorme carga simbólica, Carter decide incluir al ave en el encuadre, y seguramente ese detalle fuera el que le dio el premio Pulitzer de 1994. Aunque Carter cumple la función de generar impacto y visibilizar la hambruna y la pobreza en el continente africano, muchos periodistas y ciudadanos le juzgan por no haber ayudado al crío. Al igual que en el caso de Marinovich, Carter sufre un conflicto interno que le hace replantearse cuál es su verdadera función, si ser testigo de los hechos y atreverse a mostrarlos o intervenir aún más. Esta presión por parte de la opinión pública sumada a su adicción a las drogas hacen que se suicide poco tiempo después.
Reflexiones y lecciones Aunque a lo largo del análisis hemos extraído algunas enseñanzas de la película, las detallaremos en cuatro claves:

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El fotógrafo (y la fotografía) son testigos y tienen poder en la Historia. Dicen que “ojos que no ven, corazón que no siente”, y es verdad. Los fotógrafos son los que acceden al lugar de los hechos y tienen un gran poder (y deber) en sus manos: retratar lo que ven y conseguir que llegue al mundo. De esta forma, es cómo se inmortalizan los momentos más importantes de la Historia (conflictos bélicos, atentados, manifestaciones, Elecciones, etc.).

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El fotógrafo debe conocer lo que retrata. Una fotografía no vale nada sin su contexto. Es fundamental que el fotógrafo no se limite a disparar el flash, sino que se adentre en las historias para atreverse a contarlas. Aparte de la documentación previa, el fotógrafo debe conocer a los protagonistas del hecho y hacer un ejercicio de empatía. En definitiva, el fotógrafo debe ganarse la confianza de los protagonistas.

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Hay que contar nuevas historias. Enviar corresponsales de guerra y fotógrafos a territorio internacional es costoso, tanto económicamente como psicológicamente para los profesionales y sus familias. Por ello, merece la pena aprovechar el traslado, y más teniendo en cuenta el riesgo al que están expuestos. El fotógrafo no debe quedarse con el discurso de la opinión pública, los grandes medios o el Gobierno sobre un acontecimiento, sino que tiene que conocer y representar distintas versiones, historias diferentes. En el film, Marinovich quiere contar la versión de los Inkatha, a diferencia de otros periodistas que se centran en el otro bando. Esto enriquece la información disponible sobre un hecho, aportando nuevas perspectivas.

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¿La ética entiende de colores? Quizá, esta reflexión no aparezca de forma muy explícita en la película, pero aun así está presente. En un momento dado, Marinovich no duda en fotografiar el cadáver de un compañero negro. De la misma forma que tampoco titubea al retratar el brutal asesinato del hombre negro quemado vivo. Algo similar sucede con Kevin Carter y la instantánea del niño y el buitre. Pero, ¿sucedería lo mismo si se tratara de una guerra entre blancos? ¿Se mostrarían sin pudor los cadáveres de niños blancos y los asesinatos a sangre fría? Aunque los fotógrafos han de retratar la realidad, siempre deben regirse por unos criterios éticos, sobre todo en cuanto a menores se refieren. Sin embargo, a veces la raza o la nacionalidad son factores que influyen. De la misma forma, la actitud del público no es la misma dependiendo de los protagonistas de las fotografías. ¿Qué hace grande la fotografía? Esta es la pregunta con la que se inicia la película. Kevin Carter duda. Mira a su alrededor, al pulcro estudio de radio. Y, finalmente, responde. Para él, lo que hace grande a una fotografía es que consiga hacer pensar. Afirma que no es solo un espectáculo, sino que tiene que motivar una respuesta y hacer reflexionar. Podríamos decir que Carter se refiere a la función social implícita en todo reportero de guerra de conseguir concienciar a la sociedad sobre un hecho por medio de una imagen. Kevin reconoce que un fotógrafo ve muchas cosas malas y que lo que desea hacer en el momento es intervenir, ayudar. Y, precisamente, consigue ayudar tomando la foto, atreviéndose a contar una historia siendo consciente de que habrá gente a la que le desagradará. Y es que, en un par de frases, Kevin logra resumir uno de los peligros más terribles a los que se enfrentan los fotógrafos: la incomprensión.

martes, 10 de diciembre de 2013

Arsenio Escolar: “Nuestros repartidores dan el periódico con las dos manos, con la derecha y con la izquierda”

Aquel día de principios de noviembre, el cielo tenía un color blanco grisáceo similar al de la fachada de la sede madrileña del periódico 20 minutos. Una vez dentro del edificio, un recepcionista de rostro afable atendía las dudas de los que llegaban, prestándoles una tarjeta para subir a los siguientes pisos. Los periodistas ya disponían de esa tarjeta, y entraban y salían hablando en grupos y con las manos ocupadas por periódicos, tablets y humeantes termos de café. Tras subir en el espacioso espacioso ascensor y atravesar el hall plagado de premios, el despacho de Arsenio Escolar por fin abrió las puertas.

Unos inicios a pie de calle

“Yo fui un buen reportero. Gané algunos premios, incluso”, afirma Arsenio. Y es que, antes de dirigir el primer periódico gratuito de España, Arsenio Escolar se labró una larga e intensa carrera periodística. No solo fue subdirector de medios como El País o Cinco Días, sino que participó en míticos periódicos como El Sol, donde fue redactor jefe. Sin embargo, se nota que lo que recuerda con más cariño y nostalgia es su etapa como reportero. De hecho, lo reconoce: “Creo que es lo mejor de mi profesión. Estuve muchos años en el género del reportaje clásico, es decir, viajando y hablando con mucha gente para escribir en profundidad sobre un tema”. También admite que el reportaje es un género que le “satisfacía enormemente” y que le permitía “contar historias”. Y no es de extrañar. Antes de su época periodística, Arsenio estudió Filología y en el reportaje encontró un género “muy cercano a la ficción, solo que en vez de trabajar con productos de la imaginación, se hace con hechos reales”. Otra de las cosas que más le gustaba sobre los reportajes es que le permitían cuidar mucho el lenguaje, estructurar las historias y trabajar con cierto reposo, a diferencia de la urgencia que persigue al género noticioso. “Mira, yo me metí al periodismo porque me gustaba escribir, no porque me gustara informar. Ya más adelante, me encandilaron ambas cosas”. 


                             

El poder del lector

Con sus 56 años de edad, el periodista burgalés se adentró desde muy joven en el mundo de la comunicación. Tiene muy claro que el cambio más significativo desde el periodismo de los 90 hasta la actualidad, la era digital, reside en los lectores. “El público ha cambiado fundamentalmente en dos cosas: la revolución tecnológica ha hecho que pasemos de un modelo comunicativo con pocos emisores y muchos receptores a un sistema compuesto por muchísimos emisores para muchísimos receptores; también, cambia la posibilidad del lector de acceder a cualquier tipo de soporte prácticamente gratis”. Arsenio ejemplifica sus declaraciones con una anécdota: “Cuando era joven, era un drama conseguir los periódicos del día, no quedaba otra que coger el coche y acercarse a la gasolinera más cercana. Ahora la posibilidad del público de acceder a la información en cualquier soporte es infinita; desde cualquier sitio del planeta puedes acceder a cualquier medio del planeta.”

Otro asunto que Arsenio no duda en recalcar es el poder del público para enviar mensajes. “Los blogs parecen algo residual o anecdótico, pero no lo son, al contrario, cualquiera puede hacer un micromedio de información.”, explica jugueteando con sus pequeñas gafas de ver, “Simplemente con la herramienta del blog, si alguien tiene algo qué contar y sabe hacerlo, podrá.” Admite, además, que eso era impensable hace 20 años y que la prensa impresa, radiofónica y televisiva requerían siempre una potencia económica muy fuerte por parte del emisor. “Además, también ha cambiado la manera en la que los lectores afrontan, se enfrentan y consumen información. Al cambiar todo eso, también ha cambiado la manera de informar de los medios y periodistas.”, afirma, destacando la importancia de “examinar e investigar la actitud del público, los soportes que utilizan y sus horarios” así como de “adaptar los canales de información a ello”.

Aunque las preguntas sobre periodismo ciudadano estaban pensadas para más adelante, la conversación propicia que Arsenio exponga su opinión: “Yo no vería jamás al periodismo ciudadano como una competencia”. Para él, “los lectores siempre han sido un foco de información en los medios, incluso en la vieja prensa impresa”. Y es que, aunque las nuevas tecnologías facilitan esta participación mucho más, las viejas “cartas al director” eran un canal por el que el medio recibía pequeñas o grandes noticias. “Lo nuevo no es que cualquiera desde la calle pueda ser emisor de información, sino que cualquier profesional del ámbito informativo puede saber lo que piensa la calle al instante.”, expone, muy seguro. Para ilustrar su afirmación, Arsenio menciona todas esas noticias que generan cientos de comentarios al instante: “Algunos comentarios son opinativos, mientras que otros aportan información a lo que el periodista ha contado. Eso es magnífico, nunca lo vería como competencia real (aunque entiendo que hay colegas que sí lo piensan). Para mí, el lector es el mejor colaborador posible que tienes”.

Aunque el mundo bitácora y las redes sociales son herramientas potenciadoras del periodismo ciudadano, 20minutos ya contaba en sus inicios con mecanismos que fomentaban la interacción como la sección “Los lectores informan” (y no opinan), donde daban pequeñas noticias sobre problemas ciudadanos y reales. “Por ejemplo, una lectora nos informó sobre un ascensor para discapacitados y mamás con carrito en la estación de metro de Pitis que solo funcionó el día de su inauguración”, recuerda Arsenio, “Mandamos a un reportero allí, comprobó que la información era cierta y publicamos la noticia firmada tanto por el periodista como por la mujer que nos dio la información”. Cuando surgió la edición digital del medio, tampoco ignoraron el potencial de la participación de los lectores y, por eso, 20minutos fue el primer diario grande que abrió todas sus noticias a comentarios. “En 2005 iniciamos la versión de 20minutos.es principal, pues la anterior consistía en el viejo volcado de contenidos del papel, y fue entonces cuando abrimos las noticias a comentarios. El resto de medios solo permitía opinar en los contenidos que ellos decidían. Nosotros dijimos: ¡Barra libre!”. Y, tras juguetear de nuevo con sus gafas, no puede evitar una contagiosa risa.


Una apuesta por lo gratuito

Nada más comenzar el siglo XXI y el nuevo milenio, nace el periódico gratuito 20minutos. En realidad, en sus inicios se llamaba Madrid&Más, habiendo otras ediciones como Barcelona&Más. Aunque es el primer gratuito de España, podría haberlo sido también del mundo. “En el 93, estuve a punto de lanzar un gratuito en Madrid, meses antes de que naciera Metro, un diario sueco que fue el primer gratuito del mundo”, explica de forma pausada, “Tenía la empresa montada con sus socios y un contrato con una imprenta, pero en el último momento hubo un problema con el principal financiero y el proyecto se derrumbó”. Es en 1999 cuando las guías QDQ proponen a Arsenio y a su amigo, el periodista José Antonio Martínez Soler, que lancen un medio gratuito en Madrid, siguiendo el modelo europeo (en ese momento, Metro se había extendido a otras ciudades de Europa y la prensa gratuita se estaba poniendo de moda). Arsenio reconoce que este proyecto pudo ser más viable gracias a la revolución tecnológica, que consiguió ahorrar muchos costes en lo que a imprentas, distribución y propia redacción se refiere. “Así nace el primer gratuito de España, que fue casi un encargo, no una idea nuestra.”, comenta, entre risas. “La idea consistía en llevar ese modelo de las guías telefónicas, productos impresos que vivían de la publicidad, a información pura, a hacer productos impresos informativos que no cobrasen al lector”. Un par de años después del lanzamiento del proyecto, deciden vender la compañía a un grupo noruego que les rebautiza con el nombre que hoy vemos todas las mañanas en las estaciones de autobuses, en los bares o en las Universidades: 20minutos.

No obstante, en muchas ocasiones los medios gratuitos han sido cuestionados, sobre todo por los que dirigen y participan en medios de pago. La principal crítica ha sido que, aunque los gratuitos puedan alcanzar a más lectores, son leídos por un público de menor calidad. “Yo creo que eso es una falacia”, afirma Arsenio, tajante, “20minutos es mi sexto diario, por lo que de prensa impresa y calidades sé algo”. Para él, hay prensa de pago buena, regular y mala, sucediendo lo mismo en el caso de medios gratuitos. “La radio y la tele también son gratis y nadie duda de su calidad, ¿no?”. Arsenio también asegura que tiene “el mismo impulso de calidad en 20minutos, que es gratuito, que en El País” y que el grado de exigencia de los redactores es igual o superior que en cualquier medio. Respecto a los lectores, Arsenio discrepa en que existan “calidades”: “El 9% de mis lectores leen El País. ¿Qué pasa, que son tontos cuando leen mi medio y listos cuando leen El País? Y el 5% lee también El Mundo mientras que el 3% el ABC. Y esto son datos reales del EGM”.

El éxito de los gratuitos no solo se basa en, precisamente, su gratuidad. “Mira, los periódicos de pago se están hinchando a regalar ejemplares y no por ellos aumentan sus lectores”, dice mientras se encoge de hombros. Además, según investigaciones que han llevado a cabo, los lectores de 20minutos pueden, incluso, tener una ventaja frente a los de otros medios, ya que los resultados muestran que lo que valoran en un medio es la credibilidad, y precisamente la imagen que perciben de 20minutos es la de un medio imparcial y no tendencioso. “Nosotros repartimos el periódico sin preguntarle a la gente qué vota ni qué piensa. De hecho, una vez salió un medio gratuito ideológico en Madrid y duró tres meses”. Para dar finalizar su respuesta a las críticas provenientes de los medios de pago, añade: “Nuestros repartidores dan el periódico con las dos manos, con la derecha y con la izquierda. Eso nos obliga a ser muy rigurosos. Luego, ¿quién tiene más calidad, un periódico que todo lo mira bajo un prisma ideológico o uno abierto que no intenta adoctrinar al público?”


Cruzando el océano

Una vez analizado el mercado periodístico nacional, toca ampliar fronteras. ¿Por qué la versión digital de 20minutos se está expandiendo por América? Para Arsenio, la clave está en aprovechar las fortalezas: “Yo creo que la principal ventaja del mercado online sobre la prensa impresa es que las fronteras geográficas no existen. Los diarios impresos de antes tenían una frontera natural que era insalvable, había que evaluar bien los recursos disponibles a la hora de fijar objetivos. Ahora esto no pasa”. Además de que en Internet no hay imprentas ni furgonetas, y eso ahorra grandes costes, Arsenio defiende lo siguiente: “Tu mercado es todo, todo el universo. Y fundamentalmente es tu lengua. Tenemos la ventaja de que nuestra lengua es la segunda del mundo, con 500 millones de hablantes”. Curiosamente, se enteraron de que tenían más usuarios únicos en México que en España. De hecho, 20minutos.es se posicionaba como el segundo medio digital más leído por los mexicanos. También era el tercero en Argentina, solo superado por diarios de referencia como Clarín. “Sin buscarlo, captamos ese público”, admite ilusionado, “Gracias a mediciones de Comscore descubrimos que teníamos mucho potencial en Latinoamérica. Por eso apostamos por el mercado hispanohablante y creamos 20minutos.com para Estados Unidos y 20minutos.com.mx para México, incluyendo también contenidos locales y propios de los países”.



Mundo 2.0

El desarrollo de Internet y de plataformas como las redes sociales han supuesto un impacto enorme en el ámbito informativo. Por eso, 20minutos está muy presente en las redes sociales y apuesta por espacios como los blogs. Además, a principios de 2013 lanzaron Gonzoo, una apuesta informativa muy innovadora. “Gonzoo sale de dos ideas: de hacer un medio específico para jóvenes muy jóvenes (en el proyecto especificábamos entre 17 y 23 años) y también un medio pensado y diseñado para dispositivos móviles”, cuenta Arsenio mientras echa un vistazo a su móvil esbozando una media sonrisa. La idea se les ocurrió al examinar unos estudios que revelaban que España es uno de los países con más penetración de smartphones. Seguidamente, decidieron que el público se centraría en los jóvenes, ya que es un segmento de la población muy tecnologizado. Además, parece que las cosas van bastante bien en torno a este proyecto, pues ya cuentan con 500.000 usuarios únicos al mes (20minutos tiene 14 millones, pero lleva mucho más tiempo en el mercado, se dirige a todos los públicos y abarca el mercado americano). Respecto al futuro, Arsenio se muestra optimista. No solo pretende ampliar fronteras con sus accionistas suecos y noruegos, implantando el producto en los países nórdicos, sino que cree que “pronto se desarrollará todo un mercado de publicidad adaptada a móviles”.

Pero, no solo 20minutos está inmerso en el mundo 2.0. Arsenio también es un internauta muy activo, actualizando constantemente su blog y siendo un tuitero muy activo. “Yo tengo una ventaja enorme en la vida y es que en mi familia y en mi entorno profesional siempre he estado con gente más joven que yo. Y, además, gente muy tecnológica e innovadora en el mundo informativo”, admite. No puede evitar que su mirada se llene de orgullo al hablar de su hijos hijos: “Mi hijo Ignacio me inició en esto de los blogs. El fue de los primeros de España que empezó a hablar de estos temas de Internet en un blog de Telecinco llamado El Navegante. Mi otro hijo no es periodista, sino ingeniero informático, y también me ha adentrado en este mundo”. También en la redacción del periódico se rodea de gente joven y activa en el mundo virtual. La subdirectora tiene 40 años, que según Arsenio “es la que manda y la que está siempre con los redactores”, mientras que la media de los periodistas se sitúa en veintipocos. “Siendo un periodista veterano como soy, soy un periodista joven gracias al entorno que tengo. Si no hubiera sido mucho más difícil el cambio y, de hecho, muchos compañeros de mi edad no han tenido esa suerte”.


Arsenio

Llega el momento en que el director de uno de los medios más potentes de España y del mundo se muestra aún más cercano y transparente. “Voy a confesar un secreto”, desvela, animado, “Lo que más me gusta en el mundo es leer. Y no solo periódicos, sino literatura”. Como buen estudiante de Filología que fue, es lector de grandes clásicos, aunque también de best sellers actuales. “Yo leo ahora de una manera un poco rara porque leo muchas cosas a la vez. En mi mesilla hay siempre cuatro, ocho o diez libros distintos.”, cuenta mientras suelta una carcajada. Entre ellos, cita una recopilación de crónicas de Rubén Darío (lo que ejemplifica su atracción por los escritores hispanoamericanos y por el periodismo de la zona), un ensayo de Hernán Cortés de carácter autobiográfico, una novela negra del autor noruego Jo Nesbo (ya que viaja bastante a Oslo debido a la procedencia de sus accionistas y, por tanto, conoce muchos lugares del país) y una vieja novela de James Ellroy. Según su estado de ánimo y el sueño que tenga, escoge un libro u otro.

También le gusta muchísimo el campo. No podía ser de otra manera. De hecho, su Twitter está plagado de fotos de paisajes campestres o especies de setas. Confiesa que tiene una casa en el campo, cerca de Madrid, y que suele acudir todos los fines de semana. “Suelo caminar durante horas, ya sea solo o con mi perra”, explica, “Yo creo que el campo es la pila que me carga. Después de semanas intensas de 12 horas de trabajo cada día y muchas responsabilidades, me voy al campo y mi persona ya está al 100%”.

Aunque el tiempo pactado para la entrevista era de unos 30 minutos, ya ha pasado casi una hora. Arsenio parece disfrutar, sobre todo hablando de sus hobbies y pasiones, y hasta ignora llamadas telefónicas. Para finalizar, ofrece un consejo a todos los valientes que comienzan a estudiar Periodismo: “Primero, no hay que quedarse con que la profesión está muy mal, sino moverse y buscarse la vida. Hay que coger cualquier oportunidad, porque en cualquier sitio se aprende. También hay que ser muy curioso, sobre todo con los asuntos relacionados con la profesión. Nunca hay que pensar que uno ya lo sabe todo o que ya está formado, ni aunque tenga ochenta años”. Y, mientras pronuncia estas palabras, un brillo de esperanza puebla sus almendrados ojos. Cree en el futuro y cree en el periodismo. Siempre lo ha hecho.

                                         



jueves, 24 de octubre de 2013

El club de los impresionistas incomprendidos


Muchos estudiosos y críticos han buscado desde hace siglos y en todos los ámbitos de la vida la perfección. Así ha sido en la pintura, donde los dibujos de Leonardo Da Vinci, las esculturas de Miguel Ángel y los proporcionados y equilibrados templos renacentistas han sido el modelo a seguir en cuanto a perfección estética se refiere. Todas las alternativas a estos cánones establecidos han sido ignoradas, rechazadas y criticadas en su momento, aunque actualmente concibamos a sus autores como artistas talentosos e incomprendidos.

La pintura impresionista comienza a desarrollarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El escenario es Europa y, principalmente, países como Francia. En contraposición con los perfectos contornos, el uso compacto del color y la preocupación por las medidas de la pintura de antaño, el impresionismo basa su técnica en las pinceladas sueltas, mezcla de colores, difuminación de las figuras y captura de la luz. Se trataba de representar la realidad de una forma subjetiva, desde el punto de vista del autor. Los pintores sentían especial fascinación por los paisajes naturales, algo que se debe al comienzo y desarrollo de la pintura al aire libre. Los artistas impresionistas fueron rechazados en su época, aunque actualmente, sus obras se localizan en los museos más prestigiosos del mundo y se subastan por millones de dólares. ¡Qué paradójica es la vida!

Son múltiples los artistas que se atrevieron a innovar con esta técnica, aunque hay algunos que destacan especialmente, como Claude Monet, Edgar Degas, Paul Cézanne o el español Joaquín Sorolla, entre otros.


Claude Monet
El pintor parisino nacido en 1840 es el máximo exponente del estilo impresionista y su fundador principal, a pesar de que ya había habido antecedentes como Corot y Manet. Su obra “Impresión, sol naciente” de 1872 fue recibida con disgusto por los críticos de arte de la época y, precisamente, el título de este cuadro dio nombre al movimiento completo: “impresionismo” (los detractores de esta pintura utilizaban este término de forma despectiva).
Monet amaba tanto la pintura que a pesar de sus constantes dificultades económicas, siguió pintando hasta que se quedó ciego, literalmente. Sus obras son muy variadas y se basan sobre todo en paisajes naturales y urbanos. Durante su estancia en Argenteuil, una región francesa situada junto al imponente Valle de Oise, pintó cuadros basados en la belleza del agua y en la luz reflejada en ella como “Regata en Argenteuil”. Sus viajes por las ciudades europeas le llevaron a engendrar obras como “
La iglesia Saint-Germain-l’Auxerois”, “El Parlamento de Londres durante el ocaso” y la serie de pinturas sobre la catedral de Rouen y la estación de Saint Lazare. Pero, sin duda, los cuadros más importantes del pintor francés son los de su época en Giberny, obras de abundante colorido como “El jardín de Giberny” o la colección de “Los nenúfares”.



Edgar Degas
Pero no solo fueron los paisajes los protagonistas de las obras impresionistas. París vio nacer (y morir) a Edgar Degas, un artista que se sintió fascinado por la magia de la música y, sobre todo, del ballet. Compartía los trazos sueltos y espontáneos del grupo impresionista y, al igual que ellos, engendraba obras que mutaban dependiendo de la distancia desde la que las miraba el espectador. No obstante, utilizaba principalmente los colores pastel y se centraba en escenas delicadas del mundo del ballet.
Las obras del pintor francés son icónicas y la mayoría se encuentran en el Museo de Orsay, el mayor museo impresionista del mundo.
“Clase de baile” es, posiblemente, una de sus obras más aclamadas y repetidas, en la que representa la inocencia de las niñas aprendiendo los pasos de baile que su maestro les enseña. “La estrella” y “Bailarina basculando” son cuadros más complicados en cuanto a forma y estructura, pues las bailarinas aparecen en escorzo y en movimiento. Sea como sea, el arte del baile no ha podido ser representado mejor que según la visión de Degas y mediante sus pinceladas. La belleza de la música y de los movimientos humanos se unen a la representación de la luz y al abundante uso del color en composiciones dinámicas y de gran belleza.


Paul Cézanne Durante su vida, el pintor francés Paul Cézanne (1839-1906) fue ignorado tanto por los críticos como por el público. Tan solo algunos pintores impresionistas apreciaron su enorme talento, una de las mayores aportaciones a la Historia del Arte. Al igual que le sucedió a míticos artistas como Vincent Van Gogh, Cézanne murió sin saber que sus cuadros eran capaces de generar millones y que había influido en las generaciones posteriores. Desde joven, Paul estuvo muy interesado en el arte, por lo que se formó en Academias y visitó con frecuencia museos como el Louvre. Este contacto con los artistas del pasado se ve manifestado en cuadros como “El asesinato”, clara influencia de Caravaggio. Sin embargo, Cézanne fue desarrollando un estilo propio y único, representando la materia en todo su esplendor.
Uno de los talentos más reconocidos del pintor impresionistas fue su capacidad para pintar
bodegones, en los que representaba a la perfección los distintos alimentos y tejidos a pesar de emplear unas pinceladas libres y sueltas. Sin embargo, actualmente sus obras más conocidas son las que incluyen personas, como “Los jugadores de naipes” o “Las grandes bañistas”, además de sucesiones de pinturas sobre un mismo tema (como hacía Monet) como la serie de “La montaña Sainte-Victoire”.

Pierre-Auguste Renoir
Aunque Renoir fue uno de los pintores impresionistas más importantes, la influencia de la pintura clásica (sobre todo, renacentista y barroca) hace que su obra sea difícil de clasificar. Sea como sea, el artista francés destacó por obras de composiciones complejas y un uso abundante del color. El factor humano fue muy importante en sus cuadros, pues sentía atracción por representar escenas cotidianas de las personas y, sobre todo, por realizar retratos femeninos.
“Déjeuner des canotiers”
es la obra que caracteriza su período impresionista, aunque elaboró otras muy importantes como “Retrato de Madame Charpentier con sus hijos”, cuadro que demuestra que con escasas y distendidas pinceladas se puede representar la ternura. Sus pinturas son todo un símbolo en la actualidad y han sido reproducidas e incluso parodiadas con frecuencia. El gran talento del pintor hizo que el propio Emile Zola lo contratara para ilustrar alguno de sus libros. Pero, lo que es más importante, Renoir consiguió que su pintura de tono optimista y alegre perdurara en el tiempo, maravillando a todos con su capacidad de representar la vida con apenas un pincel y una paleta de colores.

Joaquín Sorolla
En este grupo de pintores incomprendidos no podía faltar la aportación española. En las costas valencianas nació Joaquín Sorolla (1863-1923), autor de más de 2.200 obras. Muchos críticos de arte lo clasifican como lumista (que define a artistas que se centran en la búsqueda y explotación de la luz en sus obras), aunque en realidad comparte muchos rasgos con los genios impresionistas. Al principio, sus pinceladas eran mucho más compactas, lo que puede apreciarse en “Estudio de Cristo” (1883), pero con el paso de los años, las figuras y paisajes comienzan a difuminarse al más puro estilo de Monet.
Sorolla pintó numerosos retratos de su familia, aunque su obra más aclamada es la que comprende sus pinturas sobre el mar y la playa.
“El niño de la barquita”, “El Pescador”, “Nadadores, Jávea” y “Paseo a orillas del mar” son algunos ejemplos de esta etapa de esplendor, aunque su obra culmen se encuentra en el Museo del Prado y se ha convertido en todo un icono: “Chicos en la playa”. Con estas obras, Sorolla demostraba un gran conocimiento de la anatomía humana, así como de las propiedades del agua y de las distintas texturas (arena, cabello, piel mojada, rocas, etc.).
Aunque las obras del aclamado pintor están repartidas por los museos más importantes del mundo, gran parte de su colección se localiza en el Museo Sorolla, en Madrid. El Museo Sorolla no es nada menos que la vivienda en la que residía en pintor con su familia, donde también se localiza su taller de trabajo. Clotilde García del Castillo donó, tras la muerte del pintor, tanto este edificio como los muebles, herramientas de trabajo, cuadros y dibujos de su difunto esposo. Fue todo un regalo para los españoles y para todo el que quisiera internarse en las costas valencianas desde el corazón de Madrid.

"Salvador": crónica de la exposición de Dalí en el Museo Reina Sofía

Lo primero que se observa al llegar al Museo Reina Sofía es la multitud de gente que hace cola, nerviosa e impaciente por ver las joyas más valiosas de Salvador Dalí, traídas de todos los rincones del mundo y reunidas en el corazón de Madrid. Todo son nervios, prisas y fotografías frente al cartel que corona la exposición, pruebas irrefutables para demostrar el contacto con uno de los pintores más excéntricos y queridos del arte español. Dalí, con sus ojos saltones y su fino y enredado bigote, saluda desde lo alto del museo, invitando a las decenas de visitantes a penetrar en sus más locos secretos, en sus más secretas locuras.

La completa exposición de más de 200 obras comienza recorriendo los inicios del pintor de Figueras, un muchacho catalán que fue bebiendo de los más grandes y volcando su imaginación para crear un estilo inimitable. Las paredes están vestidas con sus primeros
autorretratos, múltiples rostros de expresión imperturbable creados a partir de cortas y libres pinceladas, envueltos en una síntesis de colores fríos y cálidos. Entre las distintas caras de Dalí, se asoman tímidamente personajes como un Lorca de ojos húmedos y sonrisa curva y un Buñuel de cejas perfiladas y serio semblante, símbolos de los años de amistad en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

Las siguientes salas del museo ofrecen un recibimiento aún más colorido y pintoresco. Los turistas y curiosos se detienen y merodean con ojos ávidos, intentando grabar en sus retinas las imágenes más icónicas y famosas del artista. Y es que, las obras de la etapa surrealista del pintor son las que han conseguido inmortalizar su nombre.
El gran masturbador se muestra imponente mientras atrae miradas indiscretas y murmullos excitados. Esa especie de masa deforme que protagoniza el cuadro es, en realidad, un autorretrato rodeado de un eterno simbolismo sobre el sexo, el miedo y la vida. La gente se para y sus rostros denotan concentración y un ligero pudor al observar una de las obras cumbre de Dalí. Comparado con otros cuadros dalinianos, El gran masturbador intimida por sus grandes dimensiones, pero sobre todo por los misteriosos elementos que lo componen: una langosta cubierta de hormigas, unas rodillas sangrantes, unos genitales masculinos y una solitaria figura que se aleja de aquel espectáculo de color, perdiéndose en el infinito para siempre.

Al seguir avanzando entre la marea de visitantes, llega un momento en el que se empieza a respirar un ambiente de absoluta admiración. No todos sabían que la exposición ha logrado traer desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York el cuadro más famoso de Salvador Dalí:
La persistencia de la memoria. Por eso, cuando algunos turistas doblan la esquina y se topan con los característicos relojes fundidos de Dalí, sus bocas dibujan muecas de incredulidad y sorpresa. Sin embargo, la conocida escena luce pequeña y reducida en un marco de poco más de 30 centímetros de largo, algo que genera cierta decepción en algunas miradas. Aun así, la gente parece querer empaparse de la pintura, acercándose todo lo que los ojos inquisitivos del personal de seguridad le permiten. Por su expresión, parece que sus mentes están hilando el relato que van a contarle a sus familiares y amigos sobre cómo han visto desde apenas medio metro una de las obras de arte más codiciadas del mundo. Parece que intentan memorizar la textura áspera de la rama de árbol sobre la que se deshace uno de los relojes o el brillo de la mosca que se desliza sobre las manecillas de otro de los relojes maleables. Parece que se esfuerzan por no olvidar jamás una experiencia que puede ser irrepetible.

Tras un camino de fotografías, dibujos y portadas de revista sobre la influencia de Dalí en el cine (colaboró en proyectos con Hitchcock, Walt Disney y con su amigo Luis Buñuel), los años maduros del pintor dan la bienvenida a los más curiosos. Las siguientes salas recogen las obras dalinianas de las décadas de los 50 y 60, pertenecientes al período
místico-nuclear. La ciencia y la historia son temas recurrentes para el pintor durante estos años pero, en plena etapa aperturista de la dictadura franquista, la religión es la temática más frecuente. El Cristo de San Juan de la Cruz es uno de los cuadros más impactantes del recorrido, una pintura que obliga a los visitantes a alejarse para tener una visión completa de sus más de dos metros de alto. Aunque las crucifixiones son un tema clásico y muy repetido en la pintura, el sello personal de Dalí no puede ser más explícito: una cruz flotante en un cielo oscuro, ya lejos de los colores y la vida terrenal, como una especie de sueño o pensamiento fugaz.

Cuando las paredes del museo se desprenden de los cuadros que las visten y los rayos del sol madrileño se cuelan por la acristalada puerta de salida, más de un asistente gira la cabeza hacia atrás, despidiéndose de la muestra como un niño que dice adiós a un día feliz en el zoo. Hay imágenes a lo largo de la exposición que son inolvidables, al igual que personajes inmortales como Gala, el amor de Dalí. Desde que se conocieron en los años 30, Gala fue la musa y compañera de sueños del extravagante pintor, acompañándolo en todos sus actos, proyectos y locuras. De hecho, son numerosas las obras en las que aparece la dama rusa , por lo que la exposición también es un reflejo de este amor intenso e infinito. Gala, con su nariz prominente, sus bucles castaños y sus curvas musicales, es la diosa que Dalí siempre pinta con orgullo y pasión. Por eso, cuando sus cabellos se tornan plateados y su sonrisa se marchita, cuando la muerte apunta con su guadaña en su dirección, Dalí enloquece más que nunca y abandona el mundo poco después que el amor de su vida, dejando un legado inigualable.
Fotografía de Kurt Munz

jueves, 4 de julio de 2013

10 libros para personas a las que no les gusta leer

Seguro que conoces a más de una persona a la que no le gusta leer. O puede que, quizá, seas tú mismo el que no tenga por costumbre la lectura. Da igual que estés de vacaciones, que tengas mucho tiempo libre o que te aburras muchísimo... ¡los libros te producen sarpullidos! "Es que ningún libro me engancha...", "Es que los libros son muy gruesos...", "Es que prefiero jugar a la Play", "Es que me canso en seguida de leer"... Estas son solo algunas de la excusas que muchos ponen para no empaparse de cultura y... ¡disfrutar! Sí, porque leyendo se disfruta, no es ninguna tortura u obligación escolar. Leer puede ser tan (o más) entretenido que cualquier videojuego o película, porque eres tú el que tienes el poder para recrear la historia. Simplemente tienes que probar hasta que encuentres libros especialmente hechos para ti y que hagan que dejes de ver la lectura como algo pesado y aburrido.
Para que no te pierdas este sencillo placer por el miedo a las páginas y a la letra pequeña, puedes empezar con alguno de los libros de esta selección. Son libros más o menos breves, sencillos y entretenidos. Totalmente perfectos para gente que no lee y que cree que no le gusta o no vale para ello. ¡Disfrutadlos! 1) "El niño con el pijama de rayas", de John Boyne. Seguro que conoces esta entrañable historia aunque solo sea por la película lanzada en 2008. John Boyne emociona con la narración de una amistad entre un niño alemán y un muchacho judío apresado en un campo de concentración durante el nazismo. El tamaño de la letra es bastante aceptable y el estilo muy sencillo, basado en el uso de la primera persona. Al ser un niño de apenas 10 años el que narra la historia en poco más de 200 páginas, el lenguaje es muy claro y coloquial. Merece la pena (re)vivir este relato con el que podemos aprender mucho sobre Historia y valores como la amistad.

2) "Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven", de Albert Espinosa. Albert Espinosa ha sido mi descubrimiento más reciente. Puedo asegurar que sus libros se leen en apenas unas horas, y no por falta de sustancia en sus historias. Debido al contacto del autor con el cine y la televisión (ha producido películas como Cuarta Planta y elaborado series como Pulseras Rojas), el estilo es muy directo y asimilable. Lo más llamativo de sus historias es que son muy realistas y esconden reflexiones sobre los pequeños detalles de la vida sobre los que todos nos hemos percatado alguna vez. No te dejes engañar por la longitud de sus títulos (otro de sus geniales libros que te recomiendo es Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo) y sumérgete en estas breves y emocionantes novelas de cortos capítulos que mantienen la atención hasta el último instante y esconden bellos desenlaces.

3) "Medianoche", de Claudia Gray. Si eres una chica (o chico, por qué no) a la que le llama la atención triángulos amorosos entre criaturas sobrenaturales como los que ideó Stephanie Meyer en la saga Crepúsculo pero no te atreves con sus densos capítulos, Medianoche puede ser una buena elección para tu estante. Es un libro breve, sencillo, narrado también en primera persona e ideal para adolescentes que suspiran con historias de amor y magia. Al principio parece la típica historia de chica rarita que se enamora del típico chico guapo de la escuela, pero en la mitad del libro, la historia da un giro repentino y alucinante.

4) "El alquimista", de Paulo Coelho. Leer, además de proporcionarnos placer, nos dota de cultura. Pero, además, nos permite "fardar" de haber leído clásicos y autores de referencia. Haber podido con una novela de Coelho es más fácil de lo que parece, sobre todo si se trata de El Alquimista. A pesar de las reflexiones filosóficas que alberga, narra una historia dinámica, rápida y capaz de enganchar. El final es imprevisto y precioso y, sobre todo, esta lectura deja un dulce sabor de boca por su filosofía optimista.
5) "Cuentos macabros", de Edgar Allan Poe. En el género de terror no solo existen los "tochos" de Stephen King. Incluso los lectores más inexpertos pueden disfrutar con escritores de otros siglos como es el caso de Edgar Allan Poe. Aunque entre estos cuentos breves de terror hay alguno de vocabulario más complejo, en general son historias de argumento sencillo y entretenido, y extraordinariamente cortas. Permiten experimentar el más puro pavor sin necesidad de abordar las gruesas novelas de Anne Rice.

6) "El club de los cinco", de Enid Blyton. Ahora toca preguntar a vuestros padres... ¿Quién es Dick? ¿Y Ana? ¿Y Georgina o... Jorge? Seguro que pronto recuerdan la multitud de aventuras que vivían "los cinco", un grupo de hermanos (más una prima y un precioso can) que hicieron soñar a toda su generación (y a la de sus padres y abuelos). Al ser una colección de libros juveniles, la lectura no es nada pesada pero sí muy divertida, apta para los más nostálgicos. ¡Vamos allá!

7) "La tía Tula", de Miguel de Unamuno. Ahora toca otro clásico, pero esta vez español. Puede que las reflexiones sobre religión que hacía Unamuno en algunas de sus obras no atraigan a todos, pero seguro que la trama de La tía Tula te parece interesante. No hace falta invertir demasiado tiempo para leer esta pequeña novela de no más de 200 páginas cuyo lenguaje no es demasiado artificioso y sus personajes bastante entrañables (sobre todo la querida Tulita). Además, esta célebre obra nos muestra el modelo familiar español de la época (años 20) y, sobre todo, el papel que tenía la mujer. 8) "Marina", de Carlos Ruiz Zafón. Si la trilogía del aclamado escritor barcelonés iniciada con La sombra del viento te parece demasiado ardua, te recomiendo una lectura bastante más ligera: Marina. El misterio y el amor tienen cabida en esta preciosa historia no apta para gente muy lacrimógena, que aunque posee las detalladas (y bellas) descripciones propias del autor, es bastante asequible. Un libro que, te aseguro, querrás volver a leer. 9) "El Principito", de Antoine de Saint-Exupèry. Has oído hablar de El principito miles de veces, lo sé. Entonces... ¿por qué no te animas a leerlo? Es la reina de las novelas breves (y con dibujos y todo, ojo), además de ser una de las historias más icónicas y entrañables. Disfrutarás mucho leyendo la famosa obra del aviador francés, sobre todo si eres de esos que echas de menos tu niñez y permanecerías (casi)siempre joven. Además, incluye bellas (y sabias) frases ideales para enmarcar y recordar. 10) La melancólica muerte del chico ostra, de Tim Burton. Nunca te ha apasionado la lectura, pero seguro que sí eres fan de las famosas películas de Tim Burton. O, al menos, has visto algunas de ellas y conoces sus historias y personajes. Vamos, ¡pero si todas las navidades echan en la tele Pesadilla antes de Navidad! Y seguro que tampoco te has perdido las múltiples actuaciones de Johnny Depp en sus films, como Charlie y la fábrica de chocolate o Sombras tenebrosas. Sin embargo, Tim Burton posee una faceta que merece la pena descubrir: la de escritor. Sí, escritor. Y si a esta habilidad le sumas la de ser dibujante, el resultado es magnífico. La melancólica muerte del chico ostra es una historia en verso acompañada de las macabras ilustraciones del excéntrico director. Tardarás nada en leerlo y podrás enriquecer cualquier conversación sobre Burton aludiendo que has disfrutado de esta poco conocida obra. ¡Ah! Y está disponible gratis en Internet...

sábado, 30 de marzo de 2013

Conociendo a Gato Dylan, el mejor pop-rock de Granada

"-Dime algo bonito." "-¡Alhambra!". Así, entre bromas y risas, viven su día a día los chicos de Gato Dylan. Estos granadinos son graciosos, divertidos y tienen muchas ganas de que su música llegue a todos. No obstante, detrás de sus pegadizas canciones y sus vibrantes actuaciones hay un duro trabajo: horas y horas de ensayo y una persistente lucha por un sueño.


Gato Dylan nació en febrero de 2012 y desde entonces no ha dejado de hacer y regalar música. Este grupo está formado por seis jóvenes de Granada que compaginan sus estudios y trabajos con su gran pasión: la música. Y lo cierto es que cada vez están más inmersos en ella. “Luces sin nombre” es su primer disco, formado por canciones de su puño y letra. Su cantante, Fran Cuéllar, es el “culpable” de que en sus conciertos el público tararee sin cesar temas como “Alexandra” o “Abril”. Fran es el autor de la mayoría de las letras, la voz que las materializa y el alma optimista de la banda.
Fran Cuéllar, la voz de Gato Dylan
Tienen un estilo pop-rock que engrandece todavía más la música española. Desde que el grupo se formó, no han parado de actuar, conceder entrevistas y participar en sesiones fotográficas. De hecho, muy recientemente dieron un exitoso concierto en Granada junto a “Gatos del gitano”, otro grupo de felinos musicales. Sus seguidores vibraron con sus temas y con el sonido de sus guitarras, plasmando su emoción en las redes sociales. Precisamente Gato Dylan se caracteriza por tener una relación muy cercana con su público tanto en los conciertos como en el ámbito online. Para estos artistas andaluces, el feedback es fundamental en su labor y valoran a su público por encima de todo. Por ello, son muy activos en plataformas como Twitter, mediante la cual informan de las andanzas del grupo y atienden a cualquier duda o petición de sus seguidores. Maullidos por una buena causa.“Abril”, Si no estás”, Luces sin nombre”... Sus canciones son pegadizas y hacen pasar un buen rato a todo el que las escuche. Pero, además, han servido para hacer del mundo un lugar un poco mejor. El pasado 22 de diciembre, los chicos de Gato Dylan se desplazaron hasta Madrid para tocar altruistamente en un concierto benéfico organizado por la emisora mostoleña Que me cuentas FM. Los fondos recaudados en esta gala celebrada en Florida Park (Madrid) fueron destinados a la ONG “UNIFANI” (Unidad Familiar por los Niños). Los granadinos regalaron momentos inolvidables tanto sobre el escenario como en el backstage, aportando ese salero andaluz que les caracteriza y esa ilusión por ayudar a la gente haciendo lo que más aman: música.
Gato Dylan y otros artistas en la gala de QMCFM
Dicen que año nuevo, vida nueva, y para Gato Dylan es un dicho muy cierto. Han comenzado el 2013 con aires renovados y con muchos nuevos temas en mente. Las interminables horas en el estudio pronto tendrán forma de canciones, canciones que sonarán en salas de toda España y en los cascos de muchos fans. Su despegue cada vez es más intenso; sus ganas de trabajar, más fuertes y su ilusión, desbordante. Y es que Gato Dylan es de esos grupos que, guste o no, jamás deja indiferente.

Freddie Mercury, el hombre polifacético de la música

Farrokh Bulsara comparte el trono del rock con estrellas como Elvis Presley. Incluso después de que falleciera hace más de dos décadas, su voz nunca se ha apagado y sus canciones siguen siendo la banda sonora de la vida de muchas personas. Puede que ese nombre africano no nos dé muchas pistas sobre este icono de la música, pero si evocamos su bigote y sus chaquetas de tachuelas, sonreímos al recordar al enigmático líder de Queen: Freddie Mercury. Un pasado tormentoso.Algo que no muchos saben es que la juventud del gran Mercury no fue demasiado fácil. Él vivía feliz con su familia en Zanzíbar, una región de Tanzania, pero a los 17 años tuvo que huir del lugar que le vió nacer por una violenta y terrible revolución. El destino le llevó hasta Inglaterra, donde ingresó en la Universidad de West Thames para estudiar Arte y Diseño. Además de conseguir la nacionalidad inglesa, Freddie se centró en practicar lo que más amaba en el mundo: la música.
Pasó por numerosas bandas, pero el éxito no le llegó hasta que conoció a
Brian May y Roger Taylor, del grupo “Smile”. Acababa de nacer la década de los 70 y, tras largas discusiones, los tres músicos acordaron unirse, formar un grupo nuevo y llamarse “Queen”. Fue en esta etapa cuando Freddie cambió su apellido por “Mercury” (en alusión a Mercurio o Hermes, el mensajero de los dioses). Y es que una estrella de rock necesitaba un nombre atrayente y con estilo. Comienza su reinado.
Con
“Seven Seas of Rhye”, el grupo de Mercury se adentra en las listas musicales inglesas y, casi sin darse cuenta, el éxito de la banda comienza a traspasar fronteras. Cada vez más fans compraban los discos de Queen, entonaban sus canciones y vibraban en sus conciertos. Pero además de esto, Freddie Mercury se convierte en una figura de culto, en un artista criticado pero alabado, controvertido pero admirado, excéntrico pero amado.
Los juegos
que hacía con su voz dejaban al público ensimismado. Su energía en el escenario, todavía maravillaba más. Y si hablamos de su faceta como compositor, los halagos se multiplicaban. Freddie no fue solo un cantante, sino un artista en mayúsculas. Fue un hombre polifacético que creó himnos como “Don´t stop me now”, “Bohemian Rhapsody” y una de las canciones más reproducidas e icónicas de la Historia de la música, “We are the champions”. Fusionó muchísimos estilos, consiguiendo que sonara bien el gospel mezclado con la música disco o incluso con heavy metal.
"Bohemian Rhapsody", una composición asombrosa
Cuando era un niño, el joven Freddie aprendió a tocar el piano, instrumento protagonista en canciones como “Killer Queen” o “Somebody to love”. Influenciado por The Who o los Beatles, también se aventuró con la guitarra. Todo este talento hizo que Mercury comenzara una carrera en solitario en 1985, lanzando dos exitosos álbumes: “Mr. Bad Guy” y “Barcelona”. Con ello demostró que aunque era un espléndido líder de Queen, también podía labrarse una brillante carrera como solista. Color inapagable.Desde zapatillas Adidas hasta pantalones de cuero; desde chaquetas con hombreras hasta trajes de novia; desde melena larga y alocada hasta su icónico bigote estilo brocha. El artista británico se atrevió con todo tipo de estilismos, haciendo de sus videoclips y actuaciones todo un espectáculo de color. Su aspecto ha constituido imágenes míticas para la memoria. Y es que, ¿quién no conoce el baile de Mercury pasando la aspiradora en falda de cuero y jersey rosa en “I want to break free”?
Y hablando de colores... Freddie es uno de los mayores símbolos del colectivo homosexual. Lo cierto es que la prensa nunca coincidió en la postura del cantante: mientras que algunos medios afirman que Mercury nunca admitió su homosexualidad en público, otros opinan que no tuvo ningún problema en manifestar su sexualidad y mostrarse “abiertamente gay”. Sea como sea, el artista no solo ha marcado un antes y un después en la Historia de la música, sino en la lucha por la igualdad.
El 24 de noviembre de 1991, el sida se llevó el cuerpo de uno de los músicos más grandes de todos los tiempos. Muchos fueron los conciertos y actos realizados en honor, pero todavía mayores fueron las lágrimas por la ausencia de este hombre talentoso, creador, original y carismático. Pero a pesar de esta fatídica enfermedad que dejó un vacío en los escenarios y en los corazones, el recuerdo de Freddie Mercury sigue presente. Su color... es inapagable.
The king (Photo by Yola Simon)

La maldición del club de los 27

Todos ellos tienen muchas cosas en común: poseían talento, alcanzaron el éxito, enamoraron con su carisma y... murieron a la edad de 27 años. La mítica frase de John Derek en el film Llamar a cualquier puerta podría ser el resumen de la vida de estos iconos: "Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver". Y es que los artistas coinciden en que tuvieron una vida fugaz, intensa y marcada por los excesos que desembocó en un dramático final. Ellos son el club de los 27.
Parece que toda estrella del rock que se precie debe estar en el punto de mira tanto en el escenario como fuera de él. Canciones llenas de fuerza y sentimiento, pasión ante el público, amor por la música y polémica, mucha polémica. Cantantes como Jimi Hendrix o Jim Morrison cumplieron estas reglas al pie de la letra, alimentando el mito de la rebeldía y fugacidad de la vida de los rockeros. Hendrix, para muchos (como la revista Rolling Stones) el mejor guitarrista de todos los tiempos, tuvo un final de antihéroe: murió ahogado en su propio vómito tras mezclar somníferos con alcohol. Jim Morrison también falleció ahogado, aunque esta vez en su propia bañera (algunas versiones apuntan a que fue un suicidio mientras que otras sostienen que fue una sobredosis de heroína la que se llevó al líder de “The Doors”). Muy lejos de esa bañera de aquella casa de París, otras aguas inundaron los pulmones de un dios de la música: las de la piscina de Brian Jones, músico y fundador de “The Rolling Stones”, que pereció ahogado tras un supuesto ataque de asma. Pero, de lo que no cabe duda, es que el miembro más simbólico del “Club de los 27” es el enigmático Kurt Cobain, cantante del grupo grunge “Nirvana” y autor de himnos de la Historia de la música como “Smell like teen spirit”. A pesar del cariño que le dedicaban sus fans y del éxito que alcanzó con sus composiciones, Kurt nunca fue feliz del todo. No estaba conforme con la vida ni con los que la manejaban, y por ello recaía continuamente en sus adicciones: alcohol y drogas como la heroína. Sufrió graves depresiones y tremendas crisis de estrés, aunque se esforzaba al máximo para que el público al que tanto debía no lo notara. No obstante, en abril de 1994 Cobain escapó de la clínica de desintoxicación de California en la que estaba internado hasta que unos días después, apareció su cadáver junto a una escopeta y una nota en la que se despedía de su esposa Courtney Love y de su pequeña hija Frances. La maldición de los 27 afectó a estos reyes del rock, pero no sin antes llevarse a grandes féminas. Janis Joplin fue todo un símbolo musical pero también una de las caras más conocidas del movimiento hippie de los 60. Luchó por los derechos de las personas y transmitió paz con su música y con su mirada. Fue una mujer amada por la vida y que amó la vida, aunque también protagonizó una fatídica muerte. Sí, exactamente a la edad de 27 años, el cuerpo de Joplin fue hallado sin vida a causa de una sobredosis de heroína (aunque las circunstancias exactas de su muerte son todavía confusas). Y así, de forma repentina, el mundo se quedó sin una voz prodigiosa y el cielo ganó una estrella más.
Mural de Jim Morrison y Janis Joplin (Photo by Franco Folini)
Todos estos datos pueden hacernos pensar que la maldición de los 27 es una cosa del pasado y que solo implicó a cantantes clásicos. No obstante, existen miembros de este club maldito en pleno siglo XXI. Ella era conocida por sus tatuajes, su inmenso moño color azabache y su potente voz de música soul. Amy Winehouse se hizo mundialmente famosa con su disco “Back to black”, ensimismando a su público y atrayendo todos los flashes debido a su preocupante ritmo de vida. Y es que no solo coqueteó con las drogas, sino con el hombre equivocado: precisamente fue Blake Fielder-Civil (encarcelado numerosas veces por posesión y consumo de drogas) el que la introdujo en el mundo de las adicciones. Finalmente, fueron las sustancias ilegales las que arrebataron la vida a la joven cantante en su apartamento de Candem (Londres), en el reciente año 2011.
"Back to black" llevó a Amy al estrellato.
Un mechero blanco en el bolsillo.Si la coincidencia de morir a los 27 años ya es escalofriante de por sí, otros hechos pueden provocar pavor. La muerte de estos iconos no solo tiene en común la prematura llegada y los juegos con drogas, sino un objeto. Misteriosamente, todos los miembros del club portaban un mechero blanco el día de su muerte. Por eso mismo, hay una extendida creencia que dice que da mala suerte a un drogadicto utilizar un encendedor de este color. Sea como sea, los componentes de este gran grupo maldito están presentes en la Historia y en las personas. Y es por eso por lo que cobra más sentido la teoría de que nadie muere mientras es recordado. Ya lo decía el también grande Bob Marley: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”. Y ellos... lo consiguieron.