jueves, 27 de septiembre de 2012

Las dos Españas.

Al leer el título, muchos pensaréis que hago referencia a las dos Españas de la fatídica Guerra Civil española. No obstante... no es el caso. Hago referencia a un tema muy actual y a la vez protagonista del pasado. Hago referencia a algo que nos afecta y que se podría haber evitado.

Este es el tercer post indignación que hago en el blog. ¿Por qué? Porque en este último año, España ha atravesado situaciones realmente dramáticas, situaciones que veía hace unos años en la tele de otros países y que jamás pensé que se darían en mi país.

Hace apenas tres días, tuvo lugar la concentración del 25-S en la que los ciudadanos se manifestaron en pleno Madrid para mostrar su desacuerdo con las decisiones del Gobierno, su descontento por la dura situación que atraviesa España y, en definitiva, para hacer uso de su derecho de libertad de expresión (art. 20. 1). Una manifestación no es algo raro en un país desarrollado como el nuestro, ¿verdad? Pues parece que no todos entienden lo mismo, pues los ciudadanos que estaban manifestándose pacíficamente fueron brutalmente agredidos por la Policía sin causa alguna. Sí que es cierto que siempre hay algunos grupos de personas violentas que aparecen en estas manifestaciones obligando al cuerpo policial a actuar, pero no deben pagar justos por pegadores. Y os puedo asegurar que jamás me ha impactado tanto algo como la brutalidad con la que los policías arrastraban por el suelo a mujeres y ancianos, propinaban golpes con sus porras y hacían sangrar a jóvenes. ¿Esto en una democracia en pleno siglo XXI? Impensable, ¿verdad?

Y precisamente de siglos va la cosa. Como si hubiéramos inventando ya la máquina del tiempo, parece que los españoles hemos viajado al siglo XVII. Sí, el siglo de los Austrias Menores, reyes incompetentes que no se preocupaban de su país. Sí, el siglo de la decadencia de España, de la miseria, de la pobreza, de la crisis. Sí, el siglo del aislamiento cultural, del retroceso, del atraso. Sí, el siglo de nacionalismos empeñados en separar el país. Sí, el siglo de la vergüenza de España. Sí, el siglo que estamos reviviendo en pleno 2012.

A título personal, he de decir que siempre he amado mi país. Siempre he estado orgullosa de vivir en España, un lugar donde quería estudiar, trabajar, formar mi vida y tener hijos con un futuro garantizado. Pero hoy en día veo truncadas todas esas expectativas. Y no solo eso: el orgullo hacia mi país se ve cada vez más dañado debido a las actuaciones de políticos lejanos a los ciudadanos (los Austrias Menores futuristas), a la crisis (paro que sigue disparándose y una vida demasiado cara para los ciudadanos), del atraso de la cultura (produciéndose, de nuevo, una fuga de cerebros al resto de Europa y del mundo) y de nacionalismos (a causa del reciente empeño de Mas por conseguir la independencia catalana en estos duros momentos). En definitiva, una etapa de vergüenza que me recuerda al siglo XVII del que tanto hemos hablado en Historia, por ejemplo. Y precisamente mis profesores siempre me han dicho que la Historia es fundamental para comprender el presente y para garantizar el futuro. Entonces, ¿por qué estamos cometiendo los mismos errores que en el siglo XVII? ¿Por qué España se desmorona y parece que no podemos hacer nada para evitarlo? ¿Por qué cada día esta sensación de impotencia y disgusto hacia el panorama aumenta?

Son muchas preguntas que ahora mismo no soy capaz de responder. Lo que sí sé a ciencia cierta es que las dos Españas cada vez se asemejan más, y que la actual cada vez está más cerca de la oscura España del XVII. Y ante esta situación tan pesimista solo me queda decir que quizá los mayas no iban tan desencaminados y el mundo perece en diciembre de 2012. Sea como sea, lo que sí perece es la civilización, dando paso a una barbarie que consume nuestro país día a día, gota a gota.